El fiscal Gertz dijo el lunes ante la presidenta Sheinbaum que lo ocurrido en el campamento de adiestramiento y muerte de Teuchitlán, Jalisco, era “un tema francamente conocido”. Tiene razón. Lo contrario sería aceptar que en vastas zonas del país las autoridades y la gente no oyen, no ven, no hablan. La Presidenta pidió ayer “saber realmente qué pasó ahí”. Supongo que se refería a los detalles, porque lo general está expuesto: los criminales secuestraban personas, las llevaban al campamento, hacían lo que querían con ellas y, con la arbitrariedad del todopoderoso, determinaban quiénes vivirían y quiénes no. La Presidenta pedirá a la FGR que atraiga esa investigación. La lupa se pondrá en un exgobernador de oposición, Enrique Alfaro, que debió saber lo “francamente conocido”. Como francamente conocidos son los centros de adiestramiento y exterminio en Guerrero, de Evelyn; Morelos, de Cuauhtémoc; Michoacán, de Ramírez Bedolla; Zacatecas, de los Monreal; Chiapas, de Rutilio; Veracruz, de Cuitláhuac; Tamaulipas, de Américo; San Luis Potosí, de Gallardo; Sonora, de Durazo; Sinaloa, de Rocha, etcétera. Pero ellos, 4T, son otra cosa. Son honestidad valiente. Aunque no vean, no oigan, no sepan.