El gobierno de Trump anunció ayer que hoy designará oficialmente a ocho grupos criminales como organizaciones terroristas globales. Seis son mexicanos y tienen presencia en 17 entidades, 53% del territorio, y eso que no se incluyó al Estado de México. Más allá de las consecuencias legales, financieras, políticas, policiacas y militares que la decisión vaya a tener, es un golpazo a la reputación internacional del país, a la Marca México, justo en este momento. El anuncio pone, además, al gobierno de la presidenta Sheinbaum ante dos nuevas disyuntivas desquiciantes pautadas por Washington: aceptar esa categorización criminal o no, cooperar en ello con los propósitos estadunidenses o no. En esa intemperie se registraron también las palabras que Trump le dedicó a la presidenta Sheinbaum. Mujer muy maravillosa, la llamó a propósito de una conversación sobre consumo de fentanilo ese hombre poco dado a elogios de tal calidez: “He estado hablando con la Presidenta de México, hago tantas llamadas y nunca aprendo tanto de nadie; lo sé todo y nunca aprendo nada de nadie; muchas gracias a la Presidenta de México”. Golpazos y rosas. Dos hechos, un mismo día. Trump, todo es Trump.