La US Chamber, la mayor organización empresarial de EU, busca que la suspensión de las tarifas a México y Canadá se convierta en la eliminación permanente de la amenaza de aranceles y de una guerra comercial.
El tiempo se agota: en menos de dos semanas, el martes 4 de marzo, entrará en vigor la orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump para imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones provenientes de México y Canadá.
Aunque algunos aún creen que sus amenazas son meros alardes, cada vez más personas reconocen que deben tomarse en serio.
Una estrategia sensata exige asumir que la amenaza es real, trazar planes y anticipar escenarios para afrontarla.
Tanto el gobierno como los empresarios mexicanos ya están trabajando en ello.
Sin embargo, ni el mejor esfuerzo garantiza el éxito frente a un gobierno como el de Trump. Si hay dudas, basta preguntarles a los líderes europeos.
En Estados Unidos, un grupo de empresarios está cabildeando con sus contrapartes norteamericanas para ejercer presión sobre Trump. Un ejemplo contundente es Jim Farley, CEO de Ford, quien el pasado 12 de febrero advirtió que los aranceles serían “devastadores” para la industria automotriz estadounidense. Además, acudió a Washington para tratar de persuadir a funcionarios y congresistas.
John Murphy, vicepresidente senior de la US Chamber, la mayor organización empresarial del país, señaló respecto a la pausa de un mes concedida por Trump: “La Cámara y nuestros miembros estarán plenamente comprometidos para asegurar que esta pausa de 30 días se convierta en la eliminación permanente de la amenaza de aranceles y de una guerra comercial”.
Diversos empresarios norteamericanos están coordinándose con sus pares mexicanos para oponerse a los aranceles. Esta semana, una delegación mexicana encabezada por Marcelo Ebrard y Omar García Harfuch viajará a Washington con el mismo propósito.
El trabajo está en marcha, pero los resultados siguen siendo inciertos.
Por ello, en distintos consejos de administración de grandes empresas transnacionales se están diseñando planes de contingencia en caso de que, contra los pronósticos, los aranceles se concreten.
Las advertencias de fabricantes automotrices de EU y Japón no son infundadas: algunas empresas ya analizan cómo reorganizar su producción, trasladando operaciones a territorio estadounidense.
Lo ideal sería que antes del 4 de marzo hubiera certezas. Sin embargo, no se puede descartar que, como ocurrió hace un mes, la decisión se conozca en el último momento.
Aunque ciertos sectores en México podrían percibir este problema como lejano, de aplicarse los aranceles, prácticamente nadie quedaría exento de sus efectos.
Así como las empresas transnacionales evalúan sus estrategias, otros negocios también deberían analizar sus posibles escenarios.
¿Es usted proveedor directo o indirecto de una empresa exportadora? ¿Existen sustitutos para los productos que se venden en EU? ¿Hay mercados alternativos que podrían cobrar relevancia?
Son algunas de las muchas preguntas que hay que hacerse, antes de que el 4 de marzo vayamos a tener una sorpresa que nos ponga de cabeza.
Las apuestas estratégicas
A pesar del complejo panorama, México sigue siendo atractivo para la inversión a largo plazo.
Un claro ejemplo es el anuncio de la presidenta de Grupo Santander, Ana Botín, de una inversión de 2 mil millones de dólares en los próximos tres años, principalmente en tecnología y digitalización.
En un país con escasa bancarización y con limitada digitalización, la oportunidad de este negocio es espectacular.
Más allá de los vaivenes políticos, las perspectivas económicas para el país siguen siendo sólidas… aunque muchos no lo crean.