En asuntos y espacios significativos, el proyecto de poder de la 4T no tolera fisuras. Ante los titubeos en la comisión de Hacienda del Senado, la 4T requería de alguien que sellara cualquier grieta y se plegara sin reparo a las órdenes recibidas. Nadie mejor para eso que un converso sin margen siquiera para levantar una ceja. La aplanadora 4T votó el jueves para que el nuevo presidente de la comisión fuera Miguel Ángel Yunes hijo, quien, lo sabemos, en septiembre se entregó estratégicamente a los vencedores del 2 de junio con la cabeza gacha. Le han pagado bien para que ejecute lo que se le ordene y repita un discurso ramplón: “El que me falte al respeto aquí o afuera tendrá una respuesta”, trata de intimidar desde el poder. “Yo tomé la decisión de apoyar a la presidenta Sheinbaum, apoyar a México, y nadie me puede criticar por eso, no me voy a dejar”. El “nadie me puede criticar por eso” sería un buen estribillo para acompañar la imagen de los Yunes, padre e hijo, llegando al Senado el jueves del brazo del líder Adán Augusto. Que una psicóloga describa adecuadamente esos dos rostros, que yo vi entre compungidos y temerosos, aunque no sé por qué, pues en la 4T son muy bienvenidos y cuidados los conversos útiles.