La Secretaría de la Defensa reconoce que ha autorizado dos misiones de reconocimiento del Pentágono desde la llegada de Trump, pero deja en el aire si las aeronaves desempeñaron labores de espionaje
Aviones espía, sobrevuelos al límite del espacio aéreo mexicano y la guerra de Donald Trump contra los carteles de la droga. Esos son los elementos centrales de la última polémica que ha aterrizado en México, después de que salieran a la luz múltiples reportes de desplazamientos inusuales de aeronaves militares desde Estados Unidos. Una semana después de los primeros informes, el Gobierno de Claudia Sheinbaum rompió el silencio y este martes admitió por primera vez que ha habido al menos dos misiones de reconocimiento a cargo del Pentágono desde la llegada al poder de Trump: el 31 de enero y el 3 de febrero.
Las rutas de las aeronaves han levantado suspicacias en la opinión pública al sur de la frontera, en medio de versiones de que se tratan de labores de inteligencia y parte de las medidas de mano dura que la nueva Casa Blanca ha lanzado contra la delincuencia organizada. “No lo podemos descartar, porque no sabemos qué es lo que hicieron”, declaró este martes el secretario de la Defensa, Ricardo Trevilla, al ser cuestionado sobre el supuesto espionaje.
Trevilla subrayó que los aviones se mantuvieron en el espacio aéreo internacional y no entraron a territorio mexicano. Sus declaraciones, sin embargo, suponen un viraje de la línea que habían seguido el Gobierno de Sheinbaum frente al escándalo. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) había sido tajante al descartar el espionaje y minimizó el rastreo que medios nacionales e internacionales habían hecho de las aeronaves. Esta vez, el Ejército de México no adelantó conclusiones sobre lo que hacían los aviones frente a las costas del país y dejó abierta la posibilidad de que se trataran de misiones para recabar información.
El vuelo del pasado 3 de febrero se detectó a las 13.41 horas a “83 kilómetros al suroeste de Cabo San Lucas”, cerca de la península de Baja California, según el parte oficial. El sobrevuelo del 31 de enero no se había dado a conocer. Ha habido también un fuerte hermetismo sobre otro tipo de vuelos, como las deportaciones que se han hecho por aire desde Estados Unidos.
“El avión que ha realizado los vuelos no ha apagado su transponder [el dispositivo de la aeronave que emite y recibe señales], o sea cumple con la normativa internacional”, señaló Trevilla y afirmó que la Sedena estaba al tanto de las operaciones. El general dijo que hay otros vuelos militares y de carga con itinerarios regulares cada semana, y restó importancia a los informes que han saltado a los medios en los últimos días.
Persisten, no obstante, diferencias notables entre los datos reportados. La cadena CNN asegura, a partir de fuentes del Pentágono, que hubo al menos 18 misiones militares de Estados Unidos durante los últimos días de enero y los primeros días de febrero. El Gobierno mexicano, en cambio, reconoce sólo dos.
La polémica se sostiene sobre dos asuntos: el tipo de aeronaves empleadas por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y el momento en que se dieron los vuelos. El avión que sobrevoló cerca de la península de Baja California y frente a las costas de Sinaloa, bastión histórico del Cartel de Sinaloa, era un RC-135 Rivet, especializado en la intercepción de comunicaciones desde tierra, de acuerdo con la CNN.
El vuelo se dio apenas unas horas después de que Sheinbaum anunciara que había alcanzado un acuerdo con Trump para diferir la imposición de aranceles del 25% a los productos mexicanos. A cambio de esquivar el golpe en el terreno comercial, México aceptó enviar 10.000 militares a la frontera para frenar el tráfico de fentanilo y el cruce de inmigrantes. Una de las hipótesis es que las misiones de vigilancia pudieron haber sido parte de lo que pactaron ambos Gobiernos, pero ninguno de los involucrados ha hablado públicamente de esa posibilidad.
El incremento de los sobrevuelos ordenados por el Pentágono ―no suelen ser más de uno al mes, según fuentes militares― apunta a un mayor protagonismo de las fuerzas militares de Estados Unidos en la guerra contra las drogas. Durante su primera semana en la Oficina Oval, Trump emitió un decreto para declarar a los carteles como organizaciones terroristas. La designación no se ha concretado, pero pone a disposición del Gobierno estadounidense una serie de herramientas previstas exclusivamente para el combate al terrorismo y escala la amenaza de los grupos criminales a la órbita de la seguridad nacional. Una de las principales preocupaciones de México es que se vulnere su soberanía y Washington ordene incursiones en territorio mexicano bajo el pretexto de la lucha contra la delincuencia organizada.
Trevilla aseguró que los vuelos no afectan la colaboración entre ambos países en Seguridad. “[Estamos abocados] en este momento a atender con más prioridad a la frontera, pero siempre apegados a los principios de responsabilidad compartida, confianza mutua, pero sobre todo de respeto a la soberanía”, dijo el secretario.
El general dijo que mantuvo este lunes una conversación “cordial” con el titular del Comando Norte de Estados Unidos y adelantó que este miércoles había en agenda una reunión entre mandos militares de ambos países a cargo de zonas contiguas a la frontera. El encuentro está previsto en El Paso (Texas), uno de los principales centros de inteligencia de EE UU.
“Todo es del conocimiento del Gabinete de Seguridad y la Secretaría de Relaciones Exteriores”, aseguró Trevilla frente a la polémica. “Estamos obteniendo resultados muy favorables en ese sentido”, agregó. Se espera que Trump y Sheinbaum se comuniquen en la primera semana de marzo para revisar si se mantendrá la pausa a los aranceles contra los productos de México.