El GPS del camión le indicó tomar una brecha abandonada, lo que lo llevó a adentrarse en el desierto de Altar en el estado de Sonora
SERGIO GARCÍA / LA SILLA ROTA
Por culpa del GPS, el chofer de tráiler Porfirio Ubence Guerrero, de 43 años, murió a causa de la deshidratación en el desierto y de la negligencia en un hospital del Seguro Social en Sonora.
El chofer transportaba una carga destinada a las obras que se realizan en Puerto Lobos, donde se construye una Planta de Licuefacción de Gas LP, además de muelles y otras infraestructuras relacionadas, como una planta fotovoltaica con inversión estadounidense y mexicana.
Para llegar a esa zona costera, es necesario atravesar una parte del desierto de Altar, que está a cerca de 200 kilómetros de Caborca, donde los caminos vecinales y brechas llevan años en desuso.
A unos kilómetros de la carretera, antes de llegar a Caborca, el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) le indicó al chofer tomar una de esas brechas abandonadas y peligrosas, la cual decidió tomar con su camión de carga de doble semiremolque.
El transportista, de 43 años, se adentró el pasado viernes, sin saberlo, al Gran Desierto de Altar, rumbo al mar, desde la carretera Caborca-Mexicali. Se enfrentó a arenales y dunas, lo que pronto provocó que su camión quedara atascado, a 90 minutos del pueblo más cercano.
En la zona desértica no había señal para teléfonos celulares, y el GPS del camión también dejó de funcionar.
El chofer no llevaba provisiones de agua, y con el paso de las horas comenzó a ingerir agua del radiador del tráiler para mitigar la falta de alimentos y agua potable.
Fue hasta el domingo 9 de febrero cuando los directivos de la empresa solicitaron a una compañía de grúas que siguiera la ruta del camión de carga, iniciándose la búsqueda. Luego de varias horas, los conductores de una grúa y otro vehículo todoterreno localizaron el camión y al conductor, quien se encontraba en malas condiciones físicas debido a la deshidratación. Le ofrecieron agua para rehidratarlo.
El vehículo todoterreno salió en busca de una ambulancia, que llegó hasta donde se encontraba el paciente. Este fue trasladado al Hospital del Seguro Social de Caborca, donde fue internado alrededor de las 22:00 horas del domingo.
¿Qué dice el IMSS?
Según la familia, a pesar de su delicado estado de salud, el paciente no recibió tratamiento para atender la deshidratación ni los daños causados por ingerir agua del radiador del tráiler.
Sin embargo, el personal del IMSS en Caborca informó que Porfirio Ubence Guerrero murió por complicaciones renales, shock hipovolémico severo, deshidratación y posiblemente envenenamiento por el agua tóxica del radiador del camión.
La mañana del lunes 10 de febrero, el personal médico determinó que el paciente había fallecido, a pesar de haber recibido todas las atenciones correspondientes.
Los familiares de la víctima han solicitado una investigación exhaustiva sobre la falta de acción del personal médico de la institución, pidiendo la intervención de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora.
El GPS puede ser mortal
Periodistas de la zona de Caborca han confirmado que no es raro que el GPS envíe a los choferes por caminos desérticos abandonados o por brechas peligrosas, controladas por sicarios.
Recordaron que hace aproximadamente cinco años, un ciudadano italiano fue asesinado cuando viajaba de Tijuana a Hermosillo en un auto de lujo, un Lamborghini, cuyo GPS le indicó tomar una brecha que en línea recta llega hasta Hermosillo.
La brecha, completamente abandonada, lo llevó al desierto, donde un grupo de sicarios lo interceptó, lo mató y le robó el auto. Fue gracias al GPS de su vehículo, y a las gestiones de la embajada de Italia, que el asesino fue detenido.
En otro caso, un trailero en 2019 fue enviado por un camino vecinal desde Altar a Nogales, pasando por Tubutama y El Sáric, pero no llegó a su destino. Aunque la ruta era la más corta, no era la más segura, ya que fue perseguido y asesinado por sicarios de la zona.
La misma experiencia han vivido periodistas, tanto nacionales como extranjeros, que han sobrevivido de milagro a esas rutas donde los elementos naturales o las balas de los sicarios pueden terminar con sus vidas.