México tuvo que poner fin a las restricciones a la importación de maíz modificado y al glifosato. La disputa con AMLO de Toledo y Villalobos por el mismo caso.
Redacción
Este lunes la Comisión de Puntos Constitucionales, presidida por el diputado morenista Leonel Godoy, se reunió con Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, y Julio Berdegué, secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, para analizar la iniciativa que reforma los artículos 4 y 27 de la Constitución Política.
Las modificaciones a ambos artículos están relacionadas con la conservación y protección de los maíces nativos, presentada por la presidenta Claudia Sheinbaum luego de perder en el panel de resolución de controversias del T-MEC (Tratado México, Estados Unidos y Canadá) al no comprobar -como aseguraba México- que los transgénicos dañan la salud de las personas.
Por ello, tras iniciada la disputa en agosto de 2023, este mismo lunes el Gobierno de México dio fin a las restricciones al maíz transgénico y al uso de glifosato. En palabras de Berdegué Sacristán, la nueva iniciativa de reforma de la Presidencia plantea “prohibir el cultivo” de maíz transgénico en México “de maíces que contengan dichos tipos de modificaciones genéticas que superan las barreras naturales, las transgénicas, pero cualquier otra modificación genética que supere las barreras naturales”.
La aclaración del Secretario de Agricultura tiene una sutileza, según informaron a esta redacción legisladores federales de Morena. Pues la pelea que dio México y perdió tiene que ver con al comercio de transgénicos, no con su cultivo en donde la soberanía alimentaria protege al país de esas biotecnologías que ponen en riesgo -de acuerdo con el Ejecutivo Federal- a los maíces nativos.
Por ello, desde la posiciones más radicales de Morena en el Congreso de la Unión (cercanos a Jesús Ramírez Cuevas), acusan a Berdegué de trabajar para Bayer-Monsanto, la multinacional que resultó de la fusión de la farmacéutica alemana y la agrícola estadounidense de cuya producción México importó casi 19 millones de toneladas el año pasado para consumo animal y uso industrial.
La defensa que debió dar Berdegué a nivel constitucional fue una tímida barrera sobre modificaciones obsoletas en materia de importación de granos, y no como ya lo prepara Sheinbaum Pardo en la Cámara de Diputados, a nivel de cultivo, donde está el riesgo genético, además del impacto directo al medioambiente y del que Bayer-Monsanto no se hace responsable, aunque como parte de los acuerdos comerciales del T-MEC ya está en busca de campos de cultivo en nuestro país para este tipo de semillas modificadas.
Los morenistas cercanos a Ramírez Cuevas, los Puros y Duros, ven con impaciencia la actitud parsimoniosa del nuevo secretario de Agricultura ante las multinacionales y ven con preocupación el parecido de los intereses detrás de su perfil como en la administración pasada de Víctor Villalobos, a quien el entonces secretario de Semarnat Víctor Toledo acusó de trabajar -junto con Poncho Romo- para intereses contrarios a México, lo cual le costó a Toledo el cargo en el gabinete de Andrés Manuel López Obrador.