Pekín anuncia tarifas de entre el 10% y el 15% a la importación de algunos productos estadounidenses, como el petróleo y los automóviles de gran cilindrada, una investigación a Google y la restricción de exportación de recursos críticos
Guillermo Abril
Puede que China esté de vacaciones por el Año Nuevo lunar. Pero la réplica contra los aranceles del 10% adicionales a la importación de productos chinos decretada por Donald Trump ha sido inmediata, con una batería de medidas en distintos ámbitos. Pekín impondrá a partir del 10 de febrero gravámenes adicionales del 15% al carbón y al gas natural licuado procedente de Estados Unidos, y de un 10% al petróleo, la maquinaria agrícola, los automóviles de gran cilindrada y las camionetas. Las autoridades del país asiático también ha anunciado una investigación antimonopolio contra Google y la imposición de controles a la exportación de varios productos relacionados con recursos críticos como el wolframio y el telurio, claves en sectores tecnológicos y en la fabricación de chips y baterías.
El Gobierno chino ha presentado además una demanda contra las medidas estadounidenses ante el mecanismo de solución de disputas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y ha decidido incluir a dos empresas estadounidenses, PVH Corp. (dueña de marcas como Tommy Hilfiger y Calvin Klein) e Illumina Inc., dedicada a la biotecnología, en la lista de entidades no fiables del país, lo que da vía libre para imponer medidas punitivas.
Los aranceles adicionales estadounidenses, que se suman a los que ya soportaban los productos chinos de forma previa y acaban de entrar en vigor, “constituyen un acto de unilateralismo y proteccionismo comercial”, ha expresado este martes un portavoz del Ministerio de Comercio de China a través de un comunicado, para justificar que elevará el caso a la OMC. “Estas acciones dañan el sistema multilateral de comercio basado en normas, socavan las bases de la cooperación económica y comercial entre China y EE UU y alteran la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales”. Los nuevos aranceles impuestos por Trump ―si no se suspenden antes, como ha sucedido con México y Canadá― se aplican incluso a las compras de pequeño importe a firmas como Alibaba, Temu y Shein, que han crecido en Estados Unidos de forma espectacular.
El zarpazo de Trump y la respuesta automática de China suena como lo que son: los primeros disparos de una nueva batalla comercial entre las dos superpotencias, después de la que ya inició el magnate en 2018, durante su primer mandato. El sábado pasado, el republicano firmó la orden para imponer, a partir de este martes, aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá (el 10% para los productos energéticos canadienses) y del 10% a las de China. El presidente estadounidense justificó su necesidad por la entrada de inmigrantes irregulares y el tráfico de fentanilo, un opiáceo sintético cuyo consumo es responsable de la muerte de más de 100.000 personas al año en Estados Unidos.
Los aranceles a la República Popular han sido finalmente los primeros que ha impuesto la Administración Trump en este segundo mandato, después de que el lunes suspendiera hasta el 4 de marzo las tarifas arancelarias a sus países limítrofes tras hablar con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Trump aseguró en cualquier caso que tiene previsto hablar en las próximas horas con el presidente de China, Xi Jinping, lo que podría poner en pausa las medidas, si son capaces de llegar a un acuerdo.
La respuesta de Pekín ha sido de momento limitada y teledirigida, un aviso que golpea a diversos sectores, pero no un arancel generalizado, lo que parece indicar cierta disposición a la negociación por parte de la segunda potencia económica para esquivar una batalla a gran escala. Los aranceles anunciados por China se aplicarían a unos 20.000 millones de dólares (unos 19.370 millones de euros) de importaciones anuales, en comparación con los 450.000 millones de dólares (435.850 millones de euros) en bienes chinos sujetos a las tarifas de Trump, según una estimación de la firma Capital Economics, recogida por Reuters.
La ráfaga china ha sido disparada este martes mediante diferentes anuncios de los organismos competentes: la Comisión de Aranceles del Consejo de Estado (el Gobierno chino), para las barreras comerciales; la Administración Estatal de Regulación de Mercados, para el caso de Google, y del Ministerio de Comercio y la Administración General de Aduanas, para los controles a las exportaciones de recursos críticos.
Los controles anunciados a estos materiales era una de las respuestas posibles que barajaban numerosos analistas. China ha anunciado que controlará las exportaciones de artículos relacionados con el wolframio, el telurio, el bismuto, el molibdeno y el indio; cuatro de ellos son considerados “minerales críticos” por el Servicio Geológico de EE UU. Se trata de recursos con numerosas aplicaciones y clave para el desarrollo industrial, las tecnologías modernas y la transición energética. La decisión ha sido tomada “con el fin de salvaguardar la seguridad y los intereses nacionales y cumplir las obligaciones internacionales, como la no proliferación”, según ha justificado el Ministerio de Comercio en un comunicado.
Los operadores deberán, a partir de ahora, solicitar una licencia para comerciar con el extranjero. Esta medida sigue la estela iniciada el año pasado, cuando Pekín frenó las exportaciones a EE UU de materiales críticos como el germanio, el galio, el antimonio y el grafito como respuesta a las sanciones tecnológicas de la Administración de Joe Biden. Estos elementos también son clave en la fabricación de semiconductores y baterías.
El anuncio de una investigación antimonopolística contra Google puede parecer sorprendente, ya que la compañía no tiene una presencia cotidiana en el país, al estar bloqueados su buscador y la mayoría de sus aplicaciones en China. La compañía matriz, Alphabet, sin embargo, se beneficia de los anunciantes chinos en el extranjero y los fabricantes de teléfonos del gigante asiático usan de forma muy extendida el sistema operativo Android.
La respuesta era esperada. El domingo, un día después de que el líder estadounidense firmara la orden para elevar el muro arancelario a las importaciones de sus tres principales socios comerciales, China mostró su rechazo frontal a la “acción errónea” de Estados Unidos, y anunció lo que finalmente ha hecho: acudir ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que tomaría “las contramedidas correspondientes para salvaguardar firmemente sus derechos e intereses”. Pekín también ha arremetido contra la justificación que ha dado Washington para imponer los nuevos gravámenes, la supuesta falta de cooperación china en la lucha contra el tráfico de drogas, y ha asegurado que una guerra comercial podría poner en jaque la cooperación policial en este campo.