Las acusaciones de Trump a México son violentas, utilitarias, vagas. Trump es repugnante incluso cuando hace afirmaciones no carentes de cierta verdad, como la del sábado: el gobierno mexicano tiene una alianza intolerable con los grupos criminales. Ayer tomó fuerza el señalamiento de traidores a la patria a quienes dieran alguna validez a esa acusación. ¿Qué pasa entonces con quienes llevamos años haciendo la crónica de justamente eso? ¿Con quienes presentamos trabajos sobre la imbricación de los gobiernos con La Familia Michoacana en el suroriente del Estado de México, difundimos reportes de la complicidad de las autoridades con los saqueos y la expulsión de habitantes en comunidades pobres de Zacatecas o los testimonios de cómo, sobre los hombros de los criminales más sangrientos, candidatos de Morena ganaron elecciones en Sinaloa, Sonora, no se diga Guerrero, Tamaulipas, Chiapas, y ahora pagan tributo? ¿Los que dijimos muchas veces que el gobierno de López Obrador desertó de la obligación de dar paz y seguridad a los mexicanos, abandonándolos para no entrar en conflicto con asesinos, extorsionadores, saqueadores, violadores? ¿Reportar eso fue una traición a la patria? Sólo eso faltaba.