Donald Trump declaró una guerra comercial, “la más tonta de todas”, según The Wall Street Journal, a México, Canadá y China.
Los tres países agredidos, especialmente Canadá, advierten que tomarán represalias, subiendo también sus aranceles. En mayor o menor medida, han aceptado la declaración de guerra .Y se proponen que haya también un daño en empresas estadunidenses que comercian con los tres países.
El daño que los aranceles de Trump causarían a empresas gringas exportadoras a Estados Unidos, pero radicadas en México y en consumidores de allá, podría tener un efecto sobre las decisiones para que las suspenda o disminuya.
Paradójicamente, los aliados mayores de México en esta guerra, los más eficaces, podrían ser las empresas y los consumidores estadunidenses, a quienes no les gustará ni perder mercado ni que las cosas cuesten más.
Las dos cosas sucederán bajo el ataque arancelario de Trump y habrá una presión interna sobre el gobierno, de la que empieza a haber muestras, como la carta de dos congresistas republicanos pidiendo a Trump que revierta sus decisiones.
No veo al gobierno mexicano con capacidad de aprovechar ese factor americano, porque llevamos seis años sin ocuparnos de él, seis años de no hacer política exterior ni fortalecer nuestros vínculos con Estados Unidos. Más bien lo contrario.
Las imposiciones arancelarias de Trump, serán graves para América del Norte. He visto una proyección del efecto que tendrían hasta 2040. Habría crecimientos negativos y estancamiento en México, daños menores pero también fuertes para Canadá y un desempeño mediocre para Estados Unidos.
Entre quienes comparten la idea del Wall Street Journal de que esta guerra comercial es la más tonta de todas, hay quien anticipa que su efecto estratégico será el contrario del que busca Trump, en su obsesión de contener a China.
Ven la guerra declarada como un regalo de largo plazo para Xi Jinping, cuyo país encontrará en el mundo mayor aceptación como alternativa a los desconfiables socios americanos quienes, con este primer bombardeo de su presidente contra sus vecinos, ignora, si no es que cancela, el tratado comercial que los une.
Hay visiones más oscuras: que la guerra comercial desate guerras de a de veras.