Algunos intentarán llegar a Estados Unidos, otros hacen cimientos en México y otros buscarán volver a sus países
MILENIO
Hace cuatro años, Noelia Mujica estudiaba la licenciatura en pedagogía en Maracaibo, Venezuela. Su espíritu justiciero hizo que se involucrara en actividades sociales y participó en numerosas manifestaciones en contra de la opresión del gobierno de Nicolás Maduro.
Su inconformidad con las políticas implementadas por el partido popular, la llevaron incluso a prisión, por lo que decidió emprender una peligrosa travesía para llegar a los Estados Unidos, huyendo del régimen.
“Porque como yo estudiaba la Universidad, a mi me tocó hacer huelgas, marchas, estuve retenida por el gobierno por salir a decir que no estoy de acuerdo”.
Hoy, al igual que decenas de migrantes centro y sudamericanos, se encuentra varada en Hermosillo, Sonora, sin saber que hacer. Solo sabe que volver a su país ya no es opción.
“Yo a Venezuela no puedo regresar por lo que le he comentado, ahorita si yo regreso a Venezuela, con la nueva ley que puso nuestro presidente, es que no podemos regresar porque ya nosotros somos unos que vendimos la patria. Intentar a ver qué pasa, si (Donald) Trump pone otro”.
Otro caso es el de Yeraldine Díaz, una mujer de 34 años que partió también desde Maracaibo hace cuatro meses junto con su esposo y sus cuatro hijos. Ella se vio obligada a salir de Venezuela por pronunciarse en contra del presidente.
“Siempre, porque he estado en contra del gobierno, siempre he tenido malos comentarios, siempre hablé mal del presidente, nunca me serví de eso y cuesta de ello se vienen todos esos problemas”.
Al enterarse de la cancelación del CBP One para solicitar asilo político en Estados Unidos, descarta continuar en busca del sueño americano, pues intentará conseguir el dinero suficiente para regresar junto con su familia a su lugar de origen.
“En realidad no, yo ya estoy muy cansada, mis hijos han sufrido, pasaron por esa selva, yo voy a tratar de reunir y ver como me regreso ya a mi país porque no me siento segura tampoco aquí”. —tiene cuatro hijos y esposo—.
Sin embargo hay quienes hacen cimientos en Sonora. Omar Cabrera lleva un año viviendo en el albergue ‘Vida Plena Corazón Contento’ en la capital sonorense, donde participa como voluntario y ayuda a más migrantes.
“A mi ya me había salida la cita, estamos en espera. Quedarnos aquí en Hermosillo”.
ENLACE: https://www.milenio.com/estados/sonora-el-limbo-migratorio-centro-y-sudamericanos-varados
