Sin altisonancia, el gobierno de la presidenta Sheinbaum marcó ayer una notable diferencia con el anterior. Transitó de la grosería a la sensibilidad. Reconoció un problema grave y comprometió un plazo para dar resultados. Por años escuchamos al exsubsecretario de Salud López-Gatell maltratar a quienes protestaban por falta de medicamentos en los hospitales públicos, agredirlos diciendo que se nutrían de la desgracia e inventaban una telenovela golpista. Ayer, el nuevo subsecretario, Eduardo Clark, afirmó que “tienen toda la razón quienes están pidiendo aquellas piezas que faltan”. Clark asumió la baja de inventarios y existencias de medicinas y materiales rutinarios y apremiantes y expuso el detalle de una gran compra (alrededor de cuatro mil millones de piezas) para, de la mano de los proveedores, emprender una gesta de abasto que podría estar fructificando en marzo. Y subrayó: “Esperamos que eso ayude a bajar la presión que sienten las familias y los médicos”. La Presidenta lo apuntaló: “A las personas que llegan a su centro de salud o al hospital y, por alguna razón, no encuentran medicamentos, el objetivo es que en dos meses pueda haber abasto en todos”.