Mejore su rendimiento y el de sus empleados a través de la
audiopsicofonología.
Sol Garza / Revista ENFOQUE INDUSTRIAL SONORENSE
Sin importar qué tan tentadora sea la oferta de venta que pone sobre la mesa, qué tanto se esfuerce en motivar a su equipo de trabajo, o cuántas veces tenga que repetir una orden para que se ejecute, sus palabras pueden simplemente no hacer mella en su interlocutor; como si lo que dijese les entrara por un oído y les saliera por el otro.
Aunque en primera instancia la relación parece irrelevante, su habilidad de mando y negociación puede estar siendo entorpecida por deficiencias fisiológicas en su escucha y su vocalización, al no producir un estímulo neuronal suficiente para mover a la acción de forma óptima a sus interlocutores.
“Con la voz tú puedes atrapar a alguien o hacer que te rechace, no importa qué le digas… convincente o no, bueno o malo, importante o no para él, tu timbre de voz es lo que va a captar a la persona o va a hacer que te rechace”, explicó la doctora Leticia Varela, consultora internacional de audiopsicofonología.
“Cada vez que habla una persona con voz rica, enriquece su propio cerebro porque su oído capta esa voz, y aparte enriquece los cerebros de quienes lo escuchan, por eso hay gente que mantiene a su público siempre atento y no se le escapa nada”, puntualizó la también doctora en musicología.
La explicación es simple
El cerebro recibe y trasmite energía a todo cuerpo, que obtiene del sistema sensorial, cuyo canal principal es el oído. Éste funciona como un dínamo que convierte la energía del sonido y del movimiento en impulsos eléctricos, de cuya calidad y cantidad dependerá la estimulación del cerebro y el óptimo desarrollo de las funciones físicas y mentales.
Pero no todos los sonidos estimulan el cerebro con la misma efectividad; las frecuencias bajas se conducen a la parte occipital del cerebro, las medias a los lóbulos parietales y temporales, y los altos a los lóbulos frontales, de tal suerte que si nuestro oído escucha deficientemente cualquiera de estos tonos, está dejando morir el potencial del área correspondiente en el cerebro, que regula cientos de habilidades…Ni qué decir cuando nuestro oído es deficiente para percibir todos los sonidos por igual. Por ello, nuestra voz debe producir una amplia gama de sonidos para producir un “paquete sensorial” altamente estimulante para nuestro cerebro mismo y el de nuestros interlocutores, llámese socio, empleado, esposa, hijo o amigo.
Ahora bien, la voz sólo puede reproducir los sonidos que el oído puede escuchar, de tal suerte que si su oído está obstruido a la percepción de algún sonido, su voz no será capaz de reproducirla (principio de la sordomudez); en consecuencia será incapaz de producir a su vez estímulos neuronales para sí mismo y sus interlocutores.
“A un vendedor, por ejemplo, le es muy útil tener una voz que atrape, que llegue y tenga tanta energía al producirse, que llene de energía a la persona que lo escucha y lo haga sentirse bien. Entonces tú tienes un cliente cautivo en tu voz. Si quieres convencer a alguien para que sea tu socio, arengar a tu planta de colaboradores, tu voz es primordial para que realmente funcione el estímulo” detalló la consultora.
Por qué no escucho bien
El doctor francés Alfred A. Tomatis, neurólogo, otorrinolaringólogo, psicólogo y músico, fue quien descubrió la relación fisiológica-neurológica que hay entre el oído y el cerebro y quien dedujera más tarde cómo el factor emocional afecta directamente la capacidad del individuo para escuchar, o bien, cómo una audición deficiente afecta la autoestima del individuo y su forma de percibir el universo que le rodea.
Con base en sus estudios multidisciplinarios creó la audiopsicofonología, conocida también como Método Tomatis: una ciencia que se avoca al diagnóstico y restablecimiento de la relación audición, fonación y psiquis del individuo para potenciar al máximo sus cualidades intelectuales, físicas y creativas.
Tomatis descubrió que el sistema parasimpático, una inmensa red nerviosa que envía estímulos eléctricos a todo el cuerpo tiene contacto con el exterior a través del oído y, a la vez, está encadenada con el córtex, que es donde se almacena la memoria y el reconocimiento musical.
Por ello la memoria no está sólo en el cerebro, sino literalmente se encuentra “encarnada” en el cuerpo; y aunque en apariencia nuestra mente olvide los sucesos dolorosos para no revivir la angustia, éstos se encuentran atrapados en nuestro cuerpo formando bloqueos.
“Es común que uno escuche: yo soy así, no puedo cambiar esto, no soy bueno para hablar en público, no se me dan los idiomas… La persona cree que son rasgos de carácter, sin saber que en muchas ocasiones se trata de una limitación física de su oído. El Método Tomatis puede desbaratar perfectamente esos bloqueos para que la persona pueda trascender en su desarrollo”, planteó Yolanda Carrillo, consultora internacional de esta ciencia y directora del Centro Tomatis Hermosillo.
Por ello –explicó- al mejorar la escucha deviene un círculo virtuoso de beneficios, del que deriva no sólo lograr la atención y colaboración de nuestro equipo de trabajo, sino mejorar nuestra agudeza mental, los niveles de atención, concentración y planeación, disposición al trabajo, rendimiento laboral y tolerancia a la frustración.
También se evidencia una mejora radical en habilidades de comunicación y negociación y un largo etcétera aplicable lo mismo a personas con padecimientos mentales como hiperactividad, déficit de atención, depresión, síndrome de down o autismo, que a atletas de alto rendimiento, o personas con parálisis cerebral u otros impedimentos físicos severos. No hay quien escape de los beneficios.
Cómo corrijo mi escucha
Para reestablecer el funcionamiento del oído, el doctor Tomatis inventó el oído electrónico, un equipo diseñado para seleccionar e intensificar las frecuencias del sonido, conducirlo a través del sistema auditivo y óseo del paciente y estimular selectivamente las áreas del cerebro que permanecen rígidas.
A este producto sonoro se le conoce como música filtrada, y utiliza como base piezas de Mozart (las únicas conocidas hasta hoy que crean un equilibrio perfecto entre el efecto de carga y una sensación de bienestar) y cantos gregorianos (cuya cadencia inducida por ritmos fisiológicos ha probado tener cualidades curativas).
Dependiendo del tratamiento del paciente, el oído electrónico se programa, por ejemplo, para eliminar todas las frecuencias bajas de la melodía y conservar sólo las medias o las altas (dependiendo del área del cerebro que sea necesario estimular) y las intensifica, digamos, de mil a 4 mil herzios, para “concentrar” el estímulo que viajará por el sistema nervioso para deshacer los bloqueos.
Diagnóstico
Para crear un diagnóstico preciso de las áreas del cerebro que están siendo subutilizadas se hace un test de escucha. La persona entra a una cabina, donde se le colocan distintos tipos de audífonos para medir su escucha por conducción aérea y ósea.
Tratamiento
Si decide tomar el tratamiento, las consultoras diseñan un programa en función de las áreas que el paciente necesite despertar y las habilidades que quiera potenciar, que se divide en dos etapas: la pasiva y la activa.
La primera sirve para entrenar la escucha del paciente; en esta etapa la persona sólo escucha la música filtrada a través de sus audífonos, mientras duerme, descansa, dibuja, arma rompecabezas, teje o realiza cualquier otra actividad tranquila y silenciosa.
La fase activa sirve para entrenar la voz del paciente a que produzca ondas de alta frecuencia, de forma que su propia voz sea un estímulo permanente para su cerebro. En esta etapa la persona participa activamente en la reeducación de la escucha, repitiendo palabras o frases, leyendo en voz alta y entonando breves melodías.
El tratamiento dura en promedio entre 70 y 90 horas, dividido en etapas. La primera suele durar 30, distribuidas en tres semanas con sesiones diarias de dos horas, que inician tan temprano como el paciente desee. Al inicio y fin de cada etapa, separadas por pausas de un mes o mes y medio, se hacen mapeos de la capacidad auditiva para medir el progreso.
“Un aspecto importante del programa Tomatis es la rapidez. Un programa completo lleva alrededor de seis meses, y estamos hablando de una transformación de vida… de por vida” concluyeron las especialistas.
Reportaje por Sol Garza
Publicado en Revista ENFOQUE INDUSTRIAL SONORENSE
Diciembre/Enero 2008, Año 1 Nº 18