El viernes de abril de 2023 en que Xóchitl se encadenó en el salón alterno del Senado para evitar que la aplanadora de Morena aprobara al vapor una canasta de leyes, Ricardo Monreal regresó a Palacio Nacional. López Obrador le levantaba el castigo, no por desobedecerlo, a lo que difícilmente se habría atrevido, sino, supongo, porque sus maneras desapegadas resultaban sospechosas. Desde entonces cumplió con maestría las reglas de la genuflexión. López Obrador y Sheinbaum le pagaron con paz y entregaron el comando de los diputados en la hora de la verdad del plan C. Monreal cumplió sin chistar. Cuando tuvo que ser duro con los ajenos, lo fue con ejemplaridad. Pero algo se desajustó estos días que lo llevó a chocar con el número dos del gobierno anterior. Monreal expresó ayer que sus diferencias con Adán Augusto y grupo son naturales en “los movimientos sociales que triunfan de manera contundente”, y acusó a Adán de desatarle “campañas mediáticas”. Bla, bla. Podrá decir misa, pero de no ocurrir algo extraordinario, al final de este episodio sólo podrá hacer una cosa: la que Palacio Nacional le ordene, so riesgo de que le vuelvan a cerrar las puertas que le abrieron el viernes en que Xóchitl…