La fluctuación en los precios del litio resalta la necesidad de diversificar las economías locales y desarrollar estrategias nacionales más robustas
Daniel Salazar Castellanos / BLOOMBERG EN LINEA
Bloomberg Línea — La marcada caída de los precios del litio, que pasó de más de US$70.000 por tonelada a los US$10.000 actuales al cabo de dos años, ejerce presión sobre los principales países productores en Latinoamérica como Argentina, Chile y Bolivia y pone de manifiesto las tensiones en los pilares de seguridad energética, equidad energética, dijeron expertos consultados por Bloomberg Línea.
“Los precios del litio experimentan una caída cercana al 20% en lo que va de año, registrando durante septiembre y octubre su menor precio en el año. Las esperanzas de reactivación de la economía China, que han sido tibias y poco claras, han permitido que los precios tiendan a buscar un escenario de recuperación, pero carece de fundamentos reales”, dijo a Bloomberg Línea el analista financiero Renato Campos Santana.
“La relación entre la oferta y la demanda de litio hoy en día se puede definir como una de ‘amor y odio’, que estaría siendo supeditada por la creciente industria, así como también por la intención de productores de mantener la cuota de mercado. Esto a pesar de la desaceleración de la industria electromotriz en China durante los últimos 36 meses, sumando a este propósito el mantener una sana relación comerciales con Gobiernos y productores de baterías”, dijo el también analista jefe de la firma de análisis Squared Financial LATAM.
En Latinoamérica, el denominado triángulo del litio, conformado por territorios de Argentina, Bolivia y Chile, concentra cerca de un 60% de las reservas mundiales de este mineral y un valor de mercado que supera los US$200.000 millones, según cifras de Statista.
Chile es considerado el segundo mayor productor de litio en el mundo después de Australia y el mercado con las mayores reservas del planeta.
La fluctuación en los precios del litio resalta la necesidad de diversificar las economías locales y desarrollar estrategias nacionales más robustas, expuso a Bloomberg Línea el especialista de la firma financiera GHTrading, Luciano Figueroa.
En Chile esto “ha generado debates sobre el valor agregado, como la fabricación de baterías. Argentina y Bolivia también están explorando opciones de industrialización para capturar una mayor proporción de la cadena de valor”.
La presión bajista ha sido influenciada en particular las expectativas de crecimiento de la industria, que han llevado en el corto plazo a buscar una mayor producción fuera de China, motivo por el cual Chile ha surgido como un polo de desarrollo que promete duplicar su producción en los próximos 10 años.
Además, cuando la demanda de vehículos eléctricos comenzó a subir en los grandes mercados del mundo, los productores del llamado “oro blanco” se prepararon para un auge liderado principalmente por la industria automotriz.
Sin embargo, esa demanda no alcanzó la velocidad esperada, y pronto “el mercado enfrentó un exceso de oferta de litio”, apuntó Figueroa.
El impacto para los países productores de litio
La reducción de precios impacta la equidad energética, ya que los ingresos fiscales provenientes del litio son esenciales para financiar proyectos sociales y económicos en estos países, manifestó a Bloomberg Línea el académico y director ejecutivo del Consejo Mundial de Energía Colombia, Daniel Díaz.
El litio debe ser considerado no solo como un recurso clave para la transición energética, sino también como un motor de desarrollo económico que promueva la equidad social y la sostenibilidad en los países productores, opinó.
Explica que en este contexto países como Chile y Argentina enfrentan desafíos para mantener inversiones y garantizar la estabilidad en la producción, lo que podría comprometer su posición estratégica en el mercado global.
Y dado que las comunidades locales dependen de las regalías y beneficios generados por el sector minero, “una caída en los ingresos puede agravar desigualdades y aumentar la vulnerabilidad de estas regiones”.
Según Daniel Díaz, la incertidumbre económica podría limitar la adopción de tecnologías más limpias en la extracción de litio, lo que dificultaría el cumplimiento de objetivos climáticos y ambientales.
En opinión del ejecutivo del Consejo Mundial de Energía, la caída de los precios del litio pone de manifiesto las tensiones en los pilares del denominado “trilema de la sostenibilidad energética”.
Seguridad energética: la sobreoferta global de litio refleja una mayor capacidad de extracción, lo cual fortalece la seguridad de suministro. Sin embargo, también genera inestabilidad económica en países productores clave, ya que compromete sus ingresos en el largo plazo y la sostenibilidad de las empresas para operar en condiciones de mercado muy diferentes.
Equidad energética: la caída de precios podría beneficiar a los consumidores finales al abaratar tecnologías como baterías y vehículos eléctricos, pero pone en riesgo la equidad al afectar las economías locales de los países productores.
Sostenibilidad: aunque el litio es central para la transición energética, la sobreexplotación y falta de regulación adecuada en algunos países podrían amenazar la sostenibilidad ambiental.
La caída de los precios del litio ha ralentizado algunos proyectos
Desde el Consejo Mundial de Energía explican que la caída de precios del litio ha ralentizado algunos proyectos y otros en etapas iniciales han sido postergados, “lo que compromete la capacidad de algunos países para garantizar un suministro constante de litio a largo plazo”.
En este sentido, las demoras en la implementación de proyectos limitan los beneficios económicos y sociales, afectando a comunidades locales que dependen de los ingresos y empleos generados por la explotación del litio.
No obstante, matizan que aunque la incertidumbre económica podría frenar inversiones en tecnologías limpias de extracción, también impulsa a los países a priorizar métodos más eficientes y sostenibles para maximizar el aprovechamiento de los recursos disponibles.
“Es crucial que los países continúen invirtiendo en innovación tecnológica, reconociendo que el litio no solo es esencial para la descarbonización del sector energético, sino que también puede ser un pilar para construir economías más resilientes y diversificadas”, opinó Díaz.
¿Qué estrategias puedan adoptar los países de Latinoamérica para mantener su competitividad en el mercado del litio?
El Consejo Mundial de Energía considera que las estrategias deben equilibrar la seguridad, equidad y sostenibilidad, buscando consolidar al litio como un eje clave del desarrollo sostenible y regional.
Seguridad energética: fomentar alianzas regionales, como la colaboración entre países productores de litio, para gestionar conjuntamente los niveles de producción y proteger la estabilidad del mercado frente al exceso de oferta.
Equidad energética: desarrollar cadenas de valor locales mediante la promoción de industrias que transformen el litio en productos de mayor valor agregado, como baterías y componentes tecnológicos. Esto fortalecerá las economías regionales y generará empleos de calidad.
Sostenibilidad energética: adoptar y promover tecnologías de extracción más eficientes y menos invasivas, que reduzcan el impacto ambiental y refuercen el compromiso de la región con la transición energética global.
Con los precios bajos y la posible estabilización en el futuro, ¿qué se puede esperar para el mercado del litio en el 2025?
De cara a los próximos años, el mercado del litio podría beneficiarse y encontrar estabilidad gracias a factores como la creciente demanda global, la innovación tecnológica, políticas gubernamentales y la diversificación de fuentes, según Luciano Figueroa.
A mediano plazo, el mercado del litio seguirá siendo un pilar clave de la transición energética, con oportunidades para fortalecer el trilema energético.
Los analistas consultados por Bloomberg Línea consideran que el mercado del litio ha entrado en una fase de consolidación, tras haber experimentado un importante auge.
Actualmente, enfrenta sus mayores desafíos, centrados en posicionar este recurso natural como una de las principales fuentes de energía para la movilidad.
“El 2025 será un año clave para la consolidación del litio como habilitador de la transición energética y motor del desarrollo económico y social en regiones productoras. La visión debe ser a largo plazo, integrando estrategias que respeten y fortalezcan los principios del trilema energético”, expresó el directivo del Consejo Mundial de Energía.
Aunque las expectativas estaban dirigidas hacia 2035, con la implementación de políticas verdes, especialmente en países de la Zona Euro, los retrasos en su adopción podrían poner en riesgo el desarrollo de la industria en el corto plazo.
En Squared Financial LATAM esperan que los precios del litio oscilen en rango por sobre los mínimos alcanzados este año sustentados por los incentivos chinos (políticas de flexibilización) y el desafío que enfrenta la industria en Estados Unidos debido a la llegada de Donald Trump al poder, “cuestión que no es del todo perjudicial, ya que obligaría a abrir el mercado y generar una competencia mayor entre participantes, si nos enfocamos en la industria automotriz”.
Estas son las transformaciones que espera el Consejo Mundial de Energía para el mercado del litio en el 2025:
Seguridad energética: se anticipa una estabilización de precios, impulsada por el incremento en la demanda global de baterías para almacenamiento y transporte eléctrico. Esto permitirá garantizar un suministro más predecible y confiable a largo plazo.
Equidad energética: los países productores tienen la oportunidad de fomentar la industrialización local y diversificar sus economías, capturando más valor agregado y reduciendo la dependencia de la exportación de materia prima, para evitar que otros concentren la mayor parte de las utilidades.
Sostenibilidad energética: la adopción de nuevas tecnologías de extracción y el cumplimiento de estándares ambientales más estrictos consolidarán al litio como un recurso alineado con los objetivos de sostenibilidad global.