Trudeau fue a su cita sin saber si Trump lo recibiría. Lo recibió, en medio del ruido
Redacción/SinEmbargo
La prensa canadiense detalla hoy cómo Donald Trump recibió a Justin Trudeau en medio de un comedor abarrotado de miembros del club que pagan la entrada. El Primer Ministro de Canadá pidió esa cita desde la noche misma en que felicitó al Presidente electo por su triunfo electoral, y se la dio hasta ahora. Para, básicamente, humillarlo.
Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– Dice Eduardo Harari en el medio canadiense La Portada que Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador de Canadá, y Donald Trump, Presidente electo de Estados Unidos, comparten “varias características en sus enfoques políticos y estilos de liderazgo”. Y los enumera:
¬ Los dos son de retórica populista y antisistema.
¬ Ambos basan su comunicación en las redes sociales y critican a la gran prensa.
¬ Son antiinmigrantes y polarizadores.
¬ Les gusta la desregulación y a la vez son proteccionistas.
¿Y quién es ese personaje y por qué importa en la actual coyuntura, cuando Canadá y México están bajo la amenaza de un arancel del 25 por ciento a todas sus exportaciones a Estados Unidos?
Quizás quien pueda explicarlo mejor es Mike Waltz, candidato de Trump como asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quien hace unos meses tuiteó un video de Pierre Poilievre criticando al Primer Ministro Justin Trudeau, y agregó: “Este tipo va a mandar a Trudeau a empacar en 2025 (por fin) y empezará a sacar a Canadá del lío progresista en el que se encuentra”.
Diría Andrew Phillips, un veterano editor de opinión y noticias, y ahora articulista del Toronto Star: Pierre Poilievre es “el Primer Ministro de Canadá en espera”. Todas las encuestas le dan el triunfo en las elecciones de 2025. Y todas las encuestas dicen que Justin Trudeau cruza por uno de los peores momentos de su carrera. La consultora Morning Consult lo pone básicamente en un ataúd: tiene 26 por ciento de aceptación con un rechazo del 67 por ciento de los canadienses.
Trump parece utilizar esa pérdida confianza de los canadienses en Trudeau para maltratarlo. No es la primera vez que lo hace. Pero esta vez fue demasiado lejos. El periodista canadiense de The Star (o Toronto Star) dice que Trudeau acudió a Mar-a-Lago sin tener en firme si iba a ser recibido por el Presidente electo de Estados Unidos. Llegó al hotel, se instaló y la incertidumbre sobre si serían recibidos fue apenas el inicio de un carrusel de groserías para él y para su equipo.
Algunos describen el encuentro, dice Andrew Phillips, “como un ‘golpe’ de Trudeau y su equipo, pero no fue eso. Se nos dice que la atmósfera fue ‘cálida y cordial’. Como prueba de que el Presidente electo no le guarda rencor a Canadá, tenemos el hecho de que dejó que sus invitados eligieran algunas de las selecciones musicales que sonaban en los altavoces del comedor. Ah, bueno; entonces todo bien”.
Phillips agrega: “Y pensemos en la absoluta rareza del acontecimiento. ¿Quién consigue que un líder gubernamental vuele hasta Florida pero lo deja preguntándose hasta el último minuto si realmente lo verá (según informa The Globe and Mail)? ¿Quién organiza la cena en medio de un comedor abarrotado (aunque llamativo) rodeado de miembros del club que pagan la entrada? ¿Quién sirve pastel de carne, por el amor de Dios?”.
“Observe de cerca esa foto ahora famosa de Trump, Trudeau y compañía en la mesa –escribe el columnista–. Justo a la derecha de Trump, en la mesa detrás de ellos, hay un niño tapándose los oídos con los pulgares y haciendo muecas a la cámara. ¿Se trata de una cumbre de alto riesgo en la que se están discutiendo cuestiones existenciales para la economía de Canadá? También se podría debatir el destino del mundo en TGI Fridays”.
“Grandes sonrisas en la mesa, pero esa es la dura realidad a la que se enfrenta Trudeau. Prometió a Trump que Canadá añadiría drones, helicópteros y más personal para patrullar nuestra frontera con los Estados Unidos, pero voló a casa sin garantías de que nada de eso evitaría la amenaza arancelaria. Todo esto es bastante humillante, pero, ¿qué se puede hacer? Al menos el Gobierno federal está liderando la cuestión arancelaria/Trump, a diferencia de principios de la semana pasada, cuando cada Primer Ministro estaba trabajando por su cuenta en su propia solución”.
(El 28 de noviembre, SinEmbargo dio a conocer que Canadá respondió a las amenazas como gallina sin cabeza. “Las notas, crónicas y columnas publicadas por la prensa de Canadá dicen que Trump no fue blandito con Trudeau, con quien tiene diferencias desde hace años y a quien considera ‘un hipócrita’. El pasado lunes 25 de noviembre, después de amenazar a México y Canadá, el Presidente electo de Estados Unidos recibió la llamada del Primer Ministro canadiense. Le ratificó la amenaza de 25 por ciento de aranceles ‘si no resuelve el desastre de la frontera’. Fue un trato muy distinto al que recibió, días después, la mexicana Claudia Sheinbaum Pardo”).
La humillación
La edición de hoy martes de The Globe and Mail abunda sobre la humillación a Trudeau. El columnista Campbell Clark cuenta:
“Cualquier relación que se haya restablecido [entre Trudeau y Trump] podría desmoronarse en un momento. Trudeau ni siquiera estaba seguro de que esta cena realmente estuviera sucediendo hasta poco antes de llegar a la mesa. No sabe qué sucederá a continuación. Todo el asunto podría estallar en la cara del Primer Ministro”.
Luego, Clark dice: “Trudeau llamó personalmente a Trump el día que hizo la amenaza arancelaria, según una fuente familiarizada con los hechos, y fue invitado a cenar, con fecha y hora especificadas: viernes a las 7:30. Pero el equipo de Trump no suele confirmar públicamente a los invitados, y el equipo de Trudeau lo mantuvo en silencio por temor a que lo cancelaran. (The Globe and Mail no identifica la fuente porque no estaban autorizados a discutir el asunto públicamente)”.
Más adelante, el columnista de The Globe and Mail concluye que “la bienvenida de Trudeau en el club de Trump en Florida pareció impulsar al líder conservador Pierre Poilievre a intensificar las acusaciones de que Trudeau es el culpable de la amenaza arancelaria de Trump. Apareció en una conferencia de prensa el domingo detrás de un podio con un cartel que decía ‘Arreglen la frontera rota’, lo que sugiere que el tráfico de personas y drogas a través de la frontera de Canadá es una amenaza mucho mayor para los Estados Unidos de lo que nadie se da cuenta”.
Pero The Globe and Mail publica hoy mismo un reportaje en la portada que titula: “La cena de Trudeau con Trump en Mar-a-Lago y cómo sucedió todo”.
El reportaje dice que el Primer Ministro llamó a Trump para felicitarlo por la victoria electoral y allí mismo aprovechó para pedirse que se reunieran en persona. Habló con Trump alrededor de las 7:30 p.m. del 6 de noviembre desde su oficina en el Bloque Oeste de Parliament Hill. “Su jefa de Gabinete, Katie Telford, el subjefe de Gabinete Brian Clow y el Secretario del Consejo Privado John Hannaford estaban allí con él, escuchando la llamada. Trump se mostró positivo pero no se comprometió con la sugerencia de Trudeau de reunirse”.
Después de la llamada, el Gobierno de Trudeau siguió intentando la reunión a través de diferentes canales, incluido el contacto de la Ministra de Asuntos Exteriores, Mélanie Joly, con el Senador estadounidense Lindsey Graham. El avance se produjo la misma noche de la amenaza arancelaria de Trump.
“Dos horas después de esa publicación, Trudeau llamó a Trump para presionar el caso de Canadá. Estaba en Rideau Cottage, su residencia oficial. El objetivo principal de esta conversación, dijo la fuente, era asegurar un encuentro. Trudeau sugirió que él y Trump se reunieran y hablaran sobre los aranceles”, dijo la fuente.
“Trump hizo una pausa y luego invitó al Primer Ministro a Mar-a-Lago para cenar el viernes”.
Pero Trump dejó pasar dos días sin confirmar la invitación.
“El equipo de Trump pidió a los canadienses que mantuvieran en secreto el viaje, por lo que la noticia del vuelo de Trudeau a Palm Beach, Florida, el viernes por la tarde sólo se conoció después de que los rastreadores de vuelo detectaran a CanForce One (un avión Challenger del Gobierno con el indicativo de llamada CFC01) en ruta a Florida. Aterrizó alrededor de las 5:30 p.m. en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach”, dice The Globe and Mail.
Al llegar al hotel Delta by Marriott West Palm Beach, Trudeau estuvo acompañado por la Embajadora de Canadá en Estados Unidos, Kirsten Hillman, quien después confesaría a la agencia Associated Press que la estrategia de Trudeau fue exhibir a México para zafarse de la amenaza.
La caravana del Primer Ministro llegó a Mar-a-Lago alrededor de las 7:30 p.m. el viernes. “La delegación canadiense fue conducida a una sala llamada ‘Library Bar’, que está junto a la terraza o patio para comer al aire libre, donde pasarían el resto de la velada. El Library Bar cuenta con una pintura de un Trump más joven con un suéter blanco de cuello en V y pantalones blancos”.
Fue una noche caótica, como la describe Andrew Phillips en el Toronto Star. La música fuerte, mucha gente alrededor; no había agenda y tampoco menú fijo. El espacio estaba lleno de miembros del club, cabezas del equipo de Trump e invitados especiales.
Y la estrella era Trump, no el invitado. El Presidente electo entró al patio y la sala estalló en aplausos. Trudeau y Trump finalmente se sentaron.
“Trump estaba de muy buen humor durante la cena”, asegura el texto de The Globe and Mail. “A veces actuó como DJ, tocando música desde su iPad a través de parlantes del patio, incluyendo dos versiones de Hallelujah de Leonard Cohen, una canción del musical Cats, así como obras de Luciano Pavarotti. En al menos una ocasión, Trump hizo una pausa en la conversación para señalar una nota alta que Pavarotti estaba a punto de tocar.
Pero “hasta ese momento, Canadá no había obtenido garantías de que Trump se retractaría de los aranceles”, dice el diario. Trudeau y sus asesores aprovecharon para echarle tierra a México, destacar su “frontera insegura”.
Y “al final de la cena, Trump se puso de pie para acompañar a Trudeau a la salida y los asistentes de otras mesas se congregaron para hablar con el Presidente electo. Alrededor de las 10:45 p.m., Trump acompañó a la comitiva canadiense hasta sus vehículos todoterreno, estrechó la mano del Primer Ministro y se despidió. Trudeau y su equipo regresaron al hotel”.
Después, la misma prensa canadiense informaría que Trudeau regresó con las manos vacías; aturdido de una noche ruidosa en un bar como los que frecuentan los veinteañeros, y sin la certeza de que Trump impondrá o no los aranceles de 25 por ciento.