Persuade el optimismo de Marcelo Ebrard. Me dice saliendo de la mañanera que en la negociación del tratado con Estados Unidos y Canadá de hace seis años los pronósticos de éxito eran 50-50, y que hoy el suyo es 80-20 a favor. Entonces México va a ganar, le digo. “La vamos a ganar como hemos ganado otras”, confirma el secretario de Economía. “Estados Unidos nos necesita en comercio, inversiones, migración, lucha contra el fentanilo. Vamos a salir adelante”. Poco después, la presidenta Sheinbaum da cuenta de su llamada con Trump. La califica de excelente y dibuja en una frase el boceto de un discurso que podrá sonar a lo que se quiera: “Le compartí que no están llegando caravanas de migrantes a la frontera norte porque son atendidas en México”. Música quizá para que Trump reinterprete una de sus tonadas favoritas: yo obligué a México a poner veintitantos mil soldados para proteger la US border. Como sea, un miércoles de calma tras el lunes de bravata gringa. “Si Trump no quisiera negociar, no diría esto dos meses antes y no nos diría cuál es la agenda de la negociación”, concluye Marcelo. “El tratado es su obra y es un éxito, ¿por qué lo va a poner en riesgo?”. Anotado, pues: vamos a ganar.