López Obrador agredía a los mexicanos pobres con el cuento de los servicios de salud mejores que en Dinamarca. Pero cuando afirmaba que durante su gobierno disminuyó la pobreza, se le creía, pues el sustento era el estudio del Coneval de agosto de 2023: sólido, confiable, transparente, presentado por expertos distinguidos, midió que el número de mexicanos pobres bajó a 46.8 millones (36.3% de la población). El pago de la 4T al Coneval es la extinción y ocurrirá en las próximas horas. Coneval difundió ayer un posicionamiento donde advierte que, al sacar del ámbito de la administración pública federal las funciones de medición de pobreza, se pone en riesgo la credibilidad de las cifras. Y, con cuidado, pidió a los legisladores de la aplanadora morenista que, ahora que le entreguen esas funciones al Inegi, den prioridad al modelo de gobernanza técnica e independiente que ha asegurado la calidad y objetividad en los 19 años que tuvo de vida el Coneval. Aquí es un poco el mundo al revés. La 4T matará a una instancia de gobierno de excelencia para transferirle la tarea a un órgano autónomo reconocido, confiable, excelente. Porque el Inegi es el Inegi, todavía.