A. Magaña / LA VERDAD NOTICIAS
En el corazón de Sonora, a 65 kilómetros de Hermosillo, se encuentra la comisaría de Miguel Alemán, un lugar que enfrenta desafíos extremos. Con más de 40 mil habitantes, esta comunidad agrícola parece haber sido olvidada por los gobiernos, dejando a su población bajo el yugo de la pobreza, la marginación y el crimen organizado.
Las calles sin pavimento, la ausencia de drenaje y alumbrado público, la falta de clínicas y el control del crimen sobre la economía local pintan un cuadro desolador. Pero Miguel Alemán no siempre fue así. Fundada en los años 60 como un campo agrícola prometedor, hoy la realidad es diametralmente opuesta.
Una comunidad marcada por la pobreza extrema
La mayoría de los habitantes son jornaleros y migrantes indígenas de grupos como los triquis, mixtecos y tarahumaras, que llegaron en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, la pobreza sigue siendo una constante. En esta comisaría no hay servicios básicos ni infraestructura que apoye el desarrollo de sus habitantes.
La desesperanza se agrava con la falta de apoyo gubernamental. Los políticos, dicen los lugareños, solo aparecen cada tres años, en busca de votos.
El crimen organizado: amo y señor de la región
Ubicada sobre la carretera 100, una de las rutas clave para el narcotráfico hacia la frontera norte, Miguel Alemán se ha convertido en un punto estratégico para el crimen organizado. Este dominio no solo afecta la seguridad, sino que también se extiende al control de los productos básicos, la distribución de cerveza y cigarros, y hasta las cuotas impuestas a los agricultores.
“Todo está bajo su control”, explican los habitantes. Desde el precio del frijol hasta la prohibición de comprar encendedores fuera del sistema que ellos administran, el crimen se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida diaria.
Agricultura bajo extorsión
Miguel Alemán es un importante productor de uva, garbanzo y cítricos, pero los agricultores no están exentos de las cuotas impuestas por los narcotraficantes. Es común que los trabajadores lleguen a los campos y encuentren parte de las cosechas ya recolectadas por el crimen organizado.
Este control limita el crecimiento económico de la región y afecta a los jornaleros, quienes dependen de esta actividad para sobrevivir.
Violencia sin tregua
El año 2024 ha sido especialmente violento. En enero, un enfrentamiento entre policías y sicarios dejó 14 muertos en un intento de rescatar a un líder criminal. Además, los decomisos de drogas, las fosas clandestinas y las balaceras han convertido a Miguel Alemán en un lugar donde el miedo es parte de la rutina.
El reciente caso de 12 kilos de fentanilo y dos de heroína encontrados en un automóvil con destino a Tijuana es solo uno de los tantos ejemplos de cómo el narcotráfico opera con impunidad.
El olvido gubernamental: una herida abierta
El gobernador Alfonso Durazo ha prometido mejoras, pero las acciones concretas brillan por su ausencia. Mientras tanto, los habitantes lidian con una realidad asfixiante. Las autoridades locales parecen impotentes frente al poder del crimen, que regula hasta los productos más simples en las tiendas.
La marginación y el control criminal no son solo un reflejo de las fallas en seguridad, sino también del abandono histórico que ha enfrentado esta comunidad.
¿Qué necesita Miguel Alemán?
La solución no es sencilla. Se requiere un enfoque integral que ataque las raíces del problema:
- Inversión en infraestructura básica.
- Acceso a servicios de salud y educación.
- Reactivación económica con apoyo directo a agricultores y pequeños comerciantes.
- Un plan de seguridad integral para recuperar el control del territorio.
Sin estas medidas, Miguel Alemán seguirá siendo un ejemplo de cómo la marginación y la delincuencia organizada pueden coexistir en el olvido.