El gobernador Rubén Rocha se sirvió de los recursos que regalan las leyes electorales para, a propósito de su tercer informe, promoverse a los cuatro vientos como lo que ha demostrado no ser: un funcionario eficaz, un hombre de bien. “Unidos y unidas transformamos Sinaloa” es el lema de la campaña en donde afirma que su gobierno es “democrático, promotor de paz, seguridad, ética y eficiencia”. Se necesita tener la cara dura para soltar esa insolencia. Periodistas locales registraban ayer que los 70 días de la batalla sin control en Culiacán suman 413 asesinatos y 479 privaciones de la libertad. El secretario de Gobierno, Feliciano Castro, destacó al entregar el informe “que nuestro eje vertebrador es el humanismo que caracteriza las políticas de gobierno de Rubén Rocha, el cómo pone en el centro los intereses de la población”. Alto al Secuestro reportó ayer 122 víctimas en Sinaloa en octubre, la fiscalía estatal acepta una, sólo una. Rocha no da cuentas aún de las atrocidades en el episodio Mayo-Chapo, pero se vende como humanista. Por Dios, a lo sumo sería la quintaesencia del gobernador con un único talento: inclinarse ante Palacio Nacional y sonreír con cierta gracia. Con eso alcanza.