Mucho ruido causó el ‘encapsulamiento’ de al menos 15 personas empleadas del Poder Judicial durante una manifestación el fin de semana pasada, para protestar contra la reforma judicial. Cientos de policías capitalinos las rodearon y les impidieron circular por la entrada del autódromo Hermanos Rodríguez, donde se llevó a cabo el Gran Premio de México de la Fórmula 1.
Con ser grave, el evento no pasó a mayores y en aproximadamente hora y media, las personas, entre las que se encontraban dos juezas Mónica Pérez Arce, con residencia en CDMX y Marlén Ángeles Tovar, de un juzgado con sede en Culiacán.
Esta última referencia es obligada porque, con ser algo serio lo que les ocurrió en el contexto de la confrontación en curso por motivo de la reforma judicial, hay un ‘encapsulamiento’ que podría considerarse más grave y es el que ha impuesto el crimen organizado a comunidades enteras en varios estados de la República.
En municipios de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Guanajuato la gente vive literalmente encapsulada por el miedo. Sus vidas se han alterado dramáticamente, han tenido que cambiar sus hábitos cotidianos; los negocios están cerrados, los niños y jóvenes no asisten a las escuelas o lo hacen, como cualquier otro ciudadano que obligadamente tiene que salir a buscar la subsistencia, con el Jesús en la boca.
No es para menos. La escalada de los grupos criminales ha alcanzado niveles de terror. En Acámbaro y Jerécuaro, Guanajuato estallaron dos carros-bomba; en Acapulco, Chilpancingo y otros municipios de Guerrero hace meses que se han registrado los crímenes más atroces, incluso contra autoridades electas.A principios de este mes el alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos fue ‘levantado’, asesinado y decapitado. Su cabeza, exhibida en el toldo de un automóvil.
Culiacán tiene más de 40 días con una guerra entre grupos criminales que ya ha dejado casi 300 muertos, y el conflicto ya se extendió a otros municipios, llegando hasta Mazatlán.
Chiapas es el infierno.
Y el recuento podría ser demasiado extenso. Ayer que aludí a este tema en Twitter no faltó quién preguntara en tono retador: ¿Y Sonora?
Sonora, como el resto del país no está exento de la violencia criminal. En los últimos años hay comunidades que han sido encapsuladas por el accionar del crimen organizado: Altar, Caborca, Pitiquito, Tubutama. Santa Ana y Magdalena han vivido en diferentes momentos, episodios cuya violencia obliga a sus habitantes a permanecer a buen resguardo.
Aunque en estos días han bajado los crímenes de alto impacto en Cajeme, ese municipio ha ocupado por años un lugar en el nada edificante top-ten de las ciudades más violentas ¡del mundo!, junto con otras seis ciudades de México: Colima y Manzanillo en Colima; Zamora en Michoacán, Tijuana BC, y Zacatecas capital; Celaya, Cuernavaca, Acapulco, Uruapan e Irapuato, han aparecido en esa lista negra elaborada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCSPJP).
Con todo, y sin que sirva de consuelo, en Sonora no se registran de manera sistemática y sostenida fenómenos como los que se viven en Culiacán y otros municipios de diferentes entidades, y hay casos de éxito como Guaymas donde hace algunos años la metralla sonaba en sus calles casi a diario, siendo hoy uno de los municipios menos violentos.
La violencia criminal es una realidad que golpea el rostro del país y obliga a pensar que quienes deberían ser ‘encapsulados’ son los criminales, no los ciudadanos.
II
En temas más amables, está quedando de primera el Mercado Municipal de Hermosillo, un edificio construido en 1910 y que desde entonces a la fecha solo había recibido una que otra manita de gato, de esas muy útiles para dar el ‘photoshopazo’, pero absolutamente inservibles para detener los daños estructurales que el implacable paso del tiempo cobra inexorablemente.
Se veía bonito por fuera, pero nomás le rascabas tantito y aparecían todos los estragos de la falta de mantenimiento, hagan de cuenta candidat@ en campaña de esos que aparecen joviales y alechugados en sus carteles y espectaculares, pero luego no los conoces si los encuentras en persona, sin contar con los peligros que representan, pero esa es otra historia.
Enclavado en el corazón de la ciudad, el mercado José María Pino Suárez ha sido y seguirá siendo punto de encuentro para miles de parroquianos que cotidianamente acuden al ‘centro’ a realizar sus compras e inopinadamente llegan a él para surtir la despensa, adquirir el menudo para las ocasiones importantes; las verduras y la carne para el cocido, los ingredientes para los tamales y así, con el plus de que ahí se puede regatear o al menos desahogarse con los locatarios en el eterno debate sobre ‘lo que han subido las cosas’.
Y ni se diga lo que ese lugar representa para una legión de parroquianos diversos en todos los sentidos que desde que dios amanece ya están cafeceando y haciendo garras vidas y honras de otros parroquianos locales, degustando un pan dulce, unos huevitos al gusto o cualquier desayuno regional; intercambiando mentiras y mitotes, historias increíbles e improvisadas conferencias sobre política, economía, nota roja y cualquier tema que ya quisieran en un ‘conversatorio’ organizado por el Colegio de Sonora.
Por esas y otras muchas razones, el Mercado Municipal es un icono indispensable para los nativos y para las visitas, que lo vuelven inolvidable. Si no, pregúntenle a Flor Amargo, famosa música y cantante a la que un pasado de lanza le ofreció a masticar un chiltepín, con resultados que ciertamente todavía debe traer en su memoria.
Pero bueno, el punto es que mediante un programa de rescate de los centros históricos de algunas ciudades, el gobierno estatal aplica una inversión superior a los 64 millones de pesos en obras de remodelación integral que incluyen refuerzos estructurales, restauración de fachadas, muros interiores, herrería, pisos, instalaciones eléctricas e hidrosanitarias (los baños eran unos muladares, la verdad), cancelerías y vidrios.
Las obras llevan ya un avance del 75 por ciento según pudo constatar ayer el gobernador en un recorrido que hizo, así que muy pronto ese edificio histórico volverá a lucir el esplendor arquitectónico original, para volver a ser además del punto de encuentro de locos, viejitos y comensales random, un atractivo turístico. Bien ahí.
Por cierto, como parte de este programa también se están remodelando los mercados municipales de Guaymas y Navojoa.
III
Otra buena noticia para la capital es que ayer el cabildo de Hermosillo aprobó la contratación de una multianualidad para que el Ayuntamiento adquiera al menos diez unidades de transporte que darán servicio gratuito a estudiantes universitarios.
Con el sello de la casa, el alcalde Antonio Astiazarán explicó que este proyecto denominado H Bus contará con unidades eléctricas equipadas con internet gratuito, puertos de carga para dispositivos móviles, cámaras de videovigilancia y biometría, además de una electrolinera para cargar las baterías de las unidades, que vendrán a resolver problemas de movilidad no solo en la ciudad, sino en sus áreas rurales.
La solicitud fue presentada ante el cabildo por la Agencia Municipal de Energía y Cambio Climático, que estará a cargo de este proyecto, previamente consensuado con autoridades estatales, concretamente ante el gobernador y el Instituto de Movilidad y Transporte del estado.
“Se trata de un proyecto que no ve colores, partidos ni ideologías y en lo único que piensa es en la educación de quienes hacen un esfuerzo extraordinario por ir a estudiar”, subrayó el alcalde.
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