Raya el alba en el rancho Sierra Pinta, un recóndito paraje del desierto sonorense, tierra de los Tohono O’otham, indómita tribu que sobrevive preservando sus rituales, su cosmogonía en conexión con la inhóspita naturaleza de arenales infinitos y sol que calcina las piedras y chamusca la escasa vegetación de cactus, matorrales y ocotillos.
Una blanca luna se recorta sobre el cerro antes de que salga el sol y en algún lugar de las rocosas montañas cercanas, unos doscientos borregos cimarrones se ocultan de las miradas esperando el momento de bajar a alimentarse en el sitio donde Enrique Salcido y su familia han adecuado un sitio sombreado donde hay pastura y agua.
Les conviene tenerlos cerca y sanos para que sigan reproduciéndose, ya que el rancho Sierra Pinta consiguió desde hace años el permiso para operar como Unidad de Manejo Ambiental. Es un rancho cinegético donde cada temporada llegan cazadores de los lugares cercanos y remotos: Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia, Dinamarca… Vienen en busca de un trofeo que les puede dar a ganar hasta un millón de dólares y para ello pagan los permisos correspondientes, que pueden llegar a costar más de 50 mil dólares.
Enrique Salcido es un indio mayo que llegó a esas tierras en la esquina noroeste del estado y vive allí con su esposa, Luz Alicia Argüelles quien, me entero allí mismo, es hermana de Leonel Argüelles Méndez, el recordado dirigente campesino que tantas batallas dio en las luchas agrarias de la segunda mitad del siglo pasado y llegó a ser alcalde de Etchojoa y diputado local y federal, entre otros cargos.
Don Enrique es un tipo amable y dispuesto a la conversación, porque bagaje cultural tiene. Él es autor de un diccionario mayo-español editado por la Universidad de Sonora y desde hace años decidió quedarse allá, en Sierra Pinta, donde la mañana del sábado pasado hervía la olla de menudo, la de tamales y la de gallina pinta; humeaban los braseros calentando el café colado para recibir a otra tribu. La tribu de los ‘runners’.
En búsqueda de más opciones para la sobrevivencia en aquellos desolados parajes, don Enrique entró en negociaciones con autoridades estatales para ser parte de un evento anual que está dinamizando la economía de esa región: la Gran Carrera del Desierto que organiza la Secretaría de Turismo a cargo de Roberto Gradillas.
Su rancho es el punto de partida donde al amanecer de sábado se congregan cientos de competidores. Muchos de Sonora, pero el evento, en su tercera edición ha hecho llegar hasta aquí a corredor@s de 16 estados de la República, pero también de Canadá, Brasil, EEUU, Costa Rica, España, Colombia, Argentina, Francia, Noruega y Chile.
No es casual. En esa tribu urbana que son los ‘runners’ la Gran Carrera del Desierto es una odisea que sueñan con incluir en sus logros. Se compite en varias categorías: 10, 25, 35, 50 y 75 kilómetros. Solo imaginar a alguien corriendo durante siete u ocho horas, preparándose para ello es fascinante. Imaginar que lo harán en el desierto de Sonora cruzando arenales, caminos rocosos y paisajes alucinantes entre el desierto y el mar es algo que vale mucho la pena.
A competir llegan dos mujeres rarámuri, indígenas de Chihuahua que han alcanzado fama mundial por su resistencia en carreras, incluso ultramaratones de cien kilómetros, ataviadas con sus vestidos típicos y calzadas con huaraches. También llegan totonacas del sur del país, y le entran los locales, indios pápagos, dispuestos todos y todas a vencer las hostilidades del paisaje, hermoso pero salvaje, durísimo para sus físicos.
Pero si hablamos de tribus, la de los ‘runners’ es indomable. Hay allí niños y niñas que con sus diez o doce años ya cruzaron por tercera vez los diez kilómetros. Veteranos y veteranas de 60 y más que no se arredran. De hecho, la carrera de 75 kilómetros la ganó un hermosillense, José Miguel Romero Corpus, un hombre que comenzó a correr por recomendación de su médico, para ayudar a sobrellevar algunas afecciones de salud. Hoy es seleccionado nacional de ultramaratón.
En esa categoría pero femenil, la canadiense Chloe Brennan se llevó el primer lugar. El segundo, Sofía Berwig, una brasileña que, me dice, quedó enamorada de los paisajes del desierto sonorense y advierte que volverá para conquistar el primer lugar el año próximo. Le pregunto cómo es que financia sus viajes por el mundo y me dice que recibe patrocinios de marcas internacionales, pero eso no es suficiente, así que también trabaja como productora de contenidos y como modelo. No vacilo en creerle, porque es guapísima.
El tercer lugar se lo llevó la mexicana Yarely Juárez, de Guanajuato.
La Gran Carrera del Desierto es la oportunidad para la tribu ‘runner’ de probarse a sí mismos sus potenciales. Nadie lo hace por dinero, porque los premios en realidad pueden considerarse simbólicos, pero lo que hay detrás de esa competencia es alucinante: la parafernalia, los atavismos, las interacciones y camaradería, los retos, el despliegue de cosas que potencian, por ejemplo para detonar el turismo y la derrama económica en la sede, en este caso Puerto Peñasco y sus alrededores.
Por el trabajo y por la anécdota, allá va la joven Anabel Parodi Román, para documentar la ruta de diez kilómetros en el desierto; allá va también el hijo del colega y amigo Carlos Robles, Luis Carlos, que llegó en quinto lugar en la categoría de los 35 kilómetros, y Alejandra Mena, heredera del legado y la tradición fotográfica de Alejandro, su padre.
También le entró a la carrera Paulina Ocaña, la jefa de la Oficina del Ejecutivo Estatal, que un día jugando padel recibió el reto de un amigo para que le compitiera en la disciplina del ‘running’. Paulina le dijo que si se preparaba podía ser la mejor corredora. Hace seis meses comenzó su entrenamiento y ayer terminó con buen tiempo la ruta de diez kilómetros.
¿Y de la carrera política?, le preguntamos.
En esa vamos a estar ahí, siempre concentrada en las responsabilidades que nos ha conferido el gobernador en estos momentos…
Tiene seis meses entrenando y ya corre como una profesional en eso de salir por piernas de unas preguntas incómodas.
Otro del gabinete que se aventó 50 kilómetros fue el recién nombrado secretario particular del gobernador, Braulio Martínez. Su llegada a la meta fue emotiva porque cargó a sus pequeñas hijas en los últimos metros, una escena que se repitió con otros competidores y competidoras.
Se quedan en el tintero un chingo de anécdotas, porque el espacio es grande pero la paciencia corta. Convengamos en que después compartimos otra crónica sobre lo que está creciendo en Puerto Peñasco como un evento internacional que convoca la atención del mundo y adelanta un enorme potencial para hacer girar en torno a una competencia deportiva, la multiculturalidad que allá, en esa parte del desierto sonorense, está haciendo un enorme ruido.
II
Y donde se rompió récord de asistencia fue en el Tercer Festival del Globo organizado por el Ayuntamiento de Hermosillo, superando las ediciones anteriores, consolidando este evento como una opción de recreación, deporte, divertimiento y agasajo culinario, con el agregado de que esta vez, gracias a un acuerdo de las autoridades con los patrocinadores, los vuelos fueron totalmente gratuitos.
Las jornadas de sábado y domingo cerraron con la presentación de Tropicalísimo Apache y la Sonora Dinamita respectivamente, que pusieron a bailar a todo el mundo y coronaron las actividades complementarias: corredor gastronómico, rodada ciclista, área infantil y presentación de artistas locales.
Más de 50 mil personas tuvieron oportunidad de asistir y disfrutar de los eventos y muchos de ellos pudieron por primera vez vivir la experiencia de un viaje en globo.
El alcalde Antonio Astiazarán fue parte de la convivencia el sábado y acompañado de su esposa Patricia Ruibal y el secretario de Turismo, Roberto Gradillas recorrieron la sede departiendo con los asistentes.
Ahora el reto para ‘El Toño’ es superar el éxito de la edición 2024, porque con la convocatoria y la organización del fin de semana, se puso la vara más alta, y ya estamos esperando la edición 2025 para ver con qué nos sorprende entonces.
III
Y hasta allá donde anduvimos el fin de semana, en Puerto Peñasco, se escuchó fuerte y claro el espaldarazo que el secretario de Gobierno, Adolfo Salazar Razo, con el que le dejó morado el lomo al dirigente cetemista Óscar Ortiz Arvayo reelecto por unanimidad en el Congreso Estatal Extraordinario de la CTM como líder de esa central obrera en Hermosillo.
En representación del gobernador Alfonso Durazo, Salazar Razo hizo el recuento de las consideraciones que hizo el Movimiento de Regeneración Nacional para darle todo el apoyo al líder obrero y llevarlo a fuerza de votos al Congreso local donde, dijo, el diputado por el PT seguirá demostrando ser un líder que entiende y defiende las causas de los trabajadores: “Estamos con gente seria, comprometida y con un gran corazón”, subrayó.
En el Auditorio de la central obrera el respaldo a Óscar Ortiz estuvo acuerpado por el dirigente estatal Javier Villarreal que recordó los temas pendientes en las demandas de los trabajadores: servicios de salud de calidad y falta de vivienda de interés social entre los más urgentes.
Estuvieron ahí los dirigentes de los sindicatos de esa central en la capital del estado; el líder histórico de la CTM, Francisco Bojórquez Mungaray, y la senadora de Morena, Lorenia Valles Sampedro, en un evento en el que también formó parte del presídium el alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez, que se sumó a los reconocimientos al liderazgo de Ortiz Arvayo.
Y para no quedar mal después de tanto cebollazo, el reelecto dirigente obrero en uso de la voz, puso el dedo en un vigente tema que se ha convertido en el principal reclamo de los trabajadores: la atención médica en el IMSS que sigue dejando mucho que desear. Y lo dijo frente a autoridades de la institución allí presentes, que deberían tomar nota, pero sobre todo cartas en el asunto para mejorar sus servicios antes de que estalle algún conflicto.
En correspondencia a las palabras del secretario de Gobierno, Ortiz Arvayo reconoció la labor del gobernador en materia de obras de infraestructura de gran calado que están sembrando las bases para la generación de empleo y la atracción de más inversión a Sonora.
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