Warren Buffett, Rupert Murdoch, Carlos Slim, Amancio Ortega, Juan Roig, Giorgio Armani o Bernard Arnault encaran uno de los momentos más críticos de toda empresa familiar: el relevo generacional. Y en algunos casos el heredero no está nada claro
David Fernández
“Toda esta familia es un nido de víboras. Te envolverán y te asfixiarán”. Ewan Roy, el hermano mayor de Logan, el volcánico magnate de Succession, advertía a su nieto Greg de adónde le iba a llevar su ambición al querer entrar en los negocios de la familia. La despiadada batalla por el control del conglomerado de medios Waystar Royco que dibuja la archipremiada serie de televisión de HBO es una parodia extrema de los pulsos empresariales cuando la vida del patriarca asoma a su otoño, pero a veces la ficción y la realidad se parecen mucho. Y es que el relevo ge…
neracional es uno de los hitos más delicados en la vida de una compañía familiar.
“No todas lo consiguen superar”, reconoce María Iturriaga, profesora de Deusto Business School. “Es un proceso que requiere planificación para hacer una transición ordenada, identificando qué se quiere hacer. Pero eso muchas veces no ocurre. A veces hay falta de generosidad por parte de los fundadores”, añade.
Algunos de los mayores conglomerados empresariales del mundo están llegando a su particular Rubicón. La edad media de las 30 personas más ricas del mundo es de 70 años y la hora de dar un paso a un lado se acerca. “Un error en el que nunca se debe incurrir es hacer rivalizar a los posibles herederos porque lleva a un final de vencedores y vencidos”, explica Alberto Gimeno. Sobre cuál es la mejor solución para la transmisión del testigo, este profesor de Esade, experto en dirección y estrategia, reconoce que no hay fórmulas universales. “Sustituir al líder carismático es complejo e implica cambiar el modelo. Es clave el papel que va a tener la familia. El clan puede renunciar al día a día de la empresa, dando el mando ejecutivo a un directivo externo a la familia, pero nunca a su control. Por ello es clave crear un consejo de administración funcional y profesional que acompañe a los gestores”, indica.
A continuación, los corresponsales de EL PAÍS explican cómo se está articulando el relevo generacional en algunos de los mayores conglomerados empresariales del mundo.
El inversor más famoso del mundo, Warren Buffett, de 94 años, tiene ya organizada su sucesión. Por ahora, no ha mostrado intención de retirarse, ni siquiera tras la muerte el año pasado del que fue su escudero y mano derecha durante décadas, Charlie Munger. El Oráculo de Omaha anunció en mayo de 2021 que su sucesor como primer ejecutivo del conglomerado Berkshire Hathaway sería Greg Abel, vicepresidente desde 2018 y responsable de la rama energética del grupo. Abel, canadiense de 62 años, asumirá el papel de consejero delegado, pero no relevará a Buffett como presidente. El señalado para asumir ese puesto es su hijo Howard, aunque sin funciones ejecutivas.
En principio, Abel tendrá poder para decidir las inversiones, según explicó el propio Buffett, en la junta de accionistas del grupo de 2023 y reiteró en la de este año. “Creo que la responsabilidad debe recaer enteramente en Greg. Antes pensaba de otra manera sobre cómo se gestionaría, pero creo que la responsabilidad debería ser del consejero delegado”, dijo Buffet en mayo, aclarando que la decisión final al respecto la tomará el consejo.Ajit Jain, vicepresidente de operaciones de seguros de Berkshire Hathaway desde 2018, de 73 años, seguirá en principio al frente de ese negocio.
Warren Buffett también ha desvelado este año otro de los grandes misterios sobre su futuro: el destino de su herencia. El inversor, noveno hombre más rico del mundo, cuyo patrimonio está estimado en unos 144.000 millones de dólares, dejará el grueso de su fortuna a una nueva fundación benéfica dirigida por sus hijos. El Oráculo de Omaha tiene tres hijos: Susan, de 72 años; Howard, de 69, y Peter, de 66. Los dos primeros forman parte del consejo de Berkshire Hathaway y los tres cuentan ya con sus propias fundaciones benéficas, pero el inversor quiere dejar su herencia a una nueva fundación en la que las decisiones sobre el destino de los fondos se adoptarían por unanimidad de los tres.
“Debes escribir tu obituario y ver cómo vivir de acuerdo con él”, dijo Buffett en la junta de accionistas de Berkshire Hathaway del año pasado. En su obituario se dirá que dejó la sucesión empresarial encarrilada y que lega su fortuna a una fundación dirigida por sus hijos.
Rupert Murdoch es australiano, y adquirió la ciudadanía estadounidense en 1985 para poder ser propietario de la influyente cadena de televisión ultraderechista Fox News. Sin embargo, su papel e influencia en la política y en los escándalos de las últimas décadas del Reino Unido hacen que la batalla por el control futuro del imperio de la comunicación sea contemplada como un culebrón muy británico.
La familia Murdoch fue la principal fuente de inspiración de la serie televisiva Succession. Ahora, un tribunal de Reno, en el Estado de Nevada (EE UU), celebra desde septiembre una vista, de acceso prohibido a la prensa, para replantear el trust (fideicomiso, en español, aunque no se corresponda exactamente con esa figura legal) que distribuye entre los Murdoch el control de su imperio.
Fue establecido en 1999. Otorgaba a la familia Murdoch ocho votos, que proporcionaban poder de decisión en los consejos de administración de todas sus empresas. News Corporation incluye medios tan poderosos como The Times, The Sun o el Wall Street Journal. Las cadenas de radio y televisión, lideradas por Fox News en Estados Unidos o Talk TV en el Reino Unido, dominan el discurso político conservador de sus respectivos ámbitos.
El patriarca, Rupert (93 años), controlaba cuatro de los votos. Los otros cuatro fueron repartidos entre Prudence (66 años), Elizabeth (56), Lachlan (53) y James (51), los hijos mayores. Las dos pequeñas, Grace (22 años) y Chloe (21), fruto del tercer matrimonio del magnate —ya va por su quinto— con Wendi Deng, quedan fuera del fideicomiso.
En los últimos años, Rupert y su hijo Lachlan fueron aproximando cada vez más su visión ultraderechista de la política, y del modo en que debían interferir en ese ámbito sus publicaciones y emisoras. Uno de los primeros cambios por parte del padre fue renunciar a la presidencia de Fox y de News Corp y traspasarla a su hijo Lachlan.
Dicen las crónicas que los otros tres hijos, con una visión política de la realidad algo más templada que la de Rupert y Lachlan, batallarían ahora en el tribunal de Reno para frenar la concentración de poder del hermano elegido. Pero también es probable que el final de la batalla sea un acuerdo extrajudicial por el que todos ellos se resignen a intervenir menos en la deriva del imperio, a cambio de obtener una generosa compensación.
El futuro de LVMH, el primer grupo mundial de alta costura, joyería y otros productos de lujo (Dior, Vuitton, Moët Hennessy…), mantiene ocupado a su fundador Bernard Arnault, que tiene 75 años. Los estatutos de la empresa, modificados recientemente, le permiten seguir al mando hasta los 80 años, otorgándole un espacio de tranquilidad para tomar las decisiones necesarias. Pero la cuarta mayor fortuna del mundo (con más de 190.000 millones de euros) ha comenzado a organizar su sucesión con dos objetivos claros: mantener para su familia el control total del accionariado así como la dirección operativa, y hacer todo lo posible para evitar una sucesión desastrosa.
Dos de los cinco hijos de Arnault, Alexandre (31 años) y Frédéric (29 años), han sido propuestos para el consejo de administración y, por tanto, pueden influir en las decisiones estratégicas. Se unen a Delphine y Antoine Arnault, nacidos de un matrimonio anterior de su padre, quienes fueron nombrados consejeros en 2003 y 2005 cuando aún no habían alcanzado los 30 años. El mismo camino siguen ahora Alexandre y Frédéric, con un paso por la dirección de algunas filiales. El primero ha sido promovido como número dos de Tiffany, y el segundo ha ascendido en la división de relojería del grupo, que incluye marcas como TAG Heuer o Bulgari.
El zar del lujo y los miembros más cercanos de su familia controlan la mayoría de voto en el consejo. Este verano, su participación en el capital fue incluso reorganizada. Ahora, los cinco hijos están representados en partes iguales en una sociedad: la Financière Agache, que controla el 48% del capital de LVMH. Para evitar disputas, sus acciones son intransferibles durante un periodo de 30 años. El reparto accionarial obliga a los cinco herederos a ponerse de acuerdo. Sin embargo, aún no se ha decidido nada sobre el puesto del futuro consejero delegado. Ningún nombre ha sido oficialmente filtrado para esa posición. De momento, Arnault sigue al mando de su grupo con un margen de cinco años para tomar una decisión de este calado.
A sus 84 años, Carlos Slim Helú aún no piensa en el retiro. El hombre más rico de México y América Latina, accionista entre otras muchas compañías de Prisa, editora de EL PAÍS, acumula una riqueza de 89.400 millones de dólares. El magnate mexicano, junto con su familia, es dueño de América Móvil, el mayor operador de telefonía móvil en América Latina. Aunque esta firma es la joya de la corona, con ingresos de más de 46.000 millones de dólares al año, su emporio abarca una enorme estructura empresarial en los sectores de la construcción, el petróleo, la minería, los seguros, la banca y el comercio. El multimillonario sigue activo, atento de sus negocios, y no se ha pronunciado aún sobre su plan de sucesión. Sin embargo, sobre el terreno y de manera paulatina, a lo largo de las dos últimas décadas ha ido delegando espacios a sus hijos, yernos y nietos.
Los seis hijos del empresario mexicano ya tienen puestos importantes en sus compañías y fundaciones e incluso algunos de sus nietos cuentan ya con asiento en los consejos de sus empresas. Carlos Slim Domit, su hijo mayor, de 57 años, es presidente de los consejos de América Móvil, Telmex, Grupo Carso y Sanborns. Marco Antonio Slim, su segundo hijo, lleva las riendas de Grupo Financiero Inbursa, una de las instituciones financieras más importantes de México, mientras que el tercero en la línea de sucesión, Patrick Slim, ha asumido la dirección general de las tiendas Sanborns. Sus hijas, Soumaya, Vanessa y Johanna, están al frente de sus museos y asociaciones de filantropía.
Otros miembros involucrados en los negocios de Carlos Slim son sus yernos Arturo Elías Ayub y Daniel Hajj. Elías Ayub es director de Alianzas Estratégicas de Telmex y Hajj es director general de una de las empresas más rentables del grupo: América Móvil. Y aunque las riendas directivas de sus principales empresas ya están en manos de sus hijos, el millonario ha creado un fideicomiso familiar mayoritario, una figura legal que blinda sus negocios de intereses ajenos.
Porsche y Volkswagen están vinculadas desde hace décadas a través de la historia compartida (y no siempre bien avenida) entre las dos familias fundadoras, Porsche y Piëch. Este clan, que mantiene un perfil público muy bajo, tiene un poder inimaginable en la industria automovilística alemana. Su patrimonio conjunto asciende ahora mismo a 30.000 millones de euros.
La familia propietaria de todo este imperio se encuentra ahora en el umbral de la cuarta generación, con tres docenas de bisnietos de Ferdinand Porsche, fundador del grupo automotriz en 1931 y creador del coche sobre el que Volkswagen (VW) cimentó su éxito tras la Segunda Guerra Mundial: el escarabajo. Dos nietos, ambos hombres de más de 80 años, siguen mandando: Wolfgang Porsche y su primo Hans Michel Piëch, de la otra línea familiar.
Porsche entró en el grupo VW en 2005. Dos años después se dividió en dos, por un lado, el negocio de coches deportivos que pasó a llamarse Porsche AG y, por otro, la empresa controlada al 100% por las familias Porsche y Piëch bajo el nombre de Porsche Automobil Holding SE (Porsche SE). Actualmente, Porsche SE es el mayor accionista con el 53,3% de las acciones con derecho a voto del grupo VW, propietario de marcas como VW, Audi, Skoda, Seat, Lamborghini o Porsche. El 29 de septiembre de 2022, Porsche AG salió a Bolsa y el clan familiar aprovechó esta oportunidad para recuperar el control directo de la marca de automóviles deportivos. Su empresa familiar Porsche SE compró el 25,1% de las acciones ordinarias con derecho a voto de Porsche AG, hasta entonces en manos del grupo VW. El clan Porsche tiene una minoría cualificada que le permite bloquear decisiones.
Wolfgang Porsche, de 82 años, se mantiene de momento al frente de los descendientes directos del fundador Ferdinand Porsche a lo largo de cinco generaciones. La salida a Bolsa de la compañía ha despejado un poco el camino de la sucesión, aunque poco se sabe de quién accederá al cargo de pater familias cuando él ya no esté (recientemente protagonizó un sonoro divorcio de su mujer, enferma de demencia, para iniciar una relación con la expareja del Aga Khan).
El caso de Armani es único en el negocio de la moda actual y en las finanzas internacionales. Cada arista de su imperio se apoya directamente en el fundador, Giorgio Armani, que controla desde los mínimos detalles de las colecciones de ropa que presenta cada año hasta los pormenores de las decisiones económicas. El estilista, consejero delegado y accionista único de la empresa que lleva su nombre hasta ahora siempre ha apostado por mantener la independencia en un sector que avanza en la dirección opuesta: los grandes conglomerados del lujo.
El asunto de la sucesión de Armani, que ha cumplido los 90 años, es complejo. El diseñador no tiene hijos ni herederos claros para sustituirlo al frente de su criatura, aunque algunos familiares forman parte de la junta directiva de la empresa. La preocupación por el futuro de la mítica compañía es recurrente en Italia. Encontrar un sustituto o un sucesor para una leyenda de la moda no es una tarea nada sencilla. Armani está tratando de dejar todos los cabos atados y hace unos meses explicó que él mismo ha confeccionado un plan minucioso para cuando ya no esté a los mandos del grupo de moda.
El estilista ha reconocido que no piensa en un único sucesor para su imperio, sino que más bien se inclina por la opción de un grupo de colaboradores de su confianza que llene el vacío de poder cuando salga de escena. Él mismo ha elegido y formado a un selecto conjunto de talentos para dirigir la empresa en el futuro y conservar los valores de la marca. Entre ellos se encuentran sus sobrinas Silvana y Roberta Armani y su sobrino Andrea Camerana o Leo Dell’Orco, el brazo derecho del maestro de la moda desde hace más de 40 años.
El veterano modisto ha aclarado que no cierra la puerta a ninguna opción, incluida una hipotética salida a Bolsa, una alternativa que los analistas esperan con gran interés y optimismo.
Cuatro décadas después de que China iniciase su proceso de reforma y apertura económica, muchos de los principales empresarios privados del país se enfrentan al momento de ceder el control de los imperios corporativos que construyeron desde cero. Algunos ya han pasado el testigo a una segunda generación, que está tratando de mantener el legado de sus padres en un entorno cada vez más competitivo y donde las dinámicas del mercado y las políticas económicas son más complejas.
Es el caso de Country Garden, la otrora promotora inmobiliaria más grande de China y una de las mayores del planeta. Su fundador, Yang Guoqiang, inició la transición de poder a su hija mayor, Yang Huiyan, en 2005, cuando esta tenía 23 años y acababa de graduarse de Marketing y Logística por la Universidad Estatal de Ohio (EE UU). Un año más tarde, como parte de la reorganización previa a la salida a Bolsa en Hong Kong, le transfirió el 70% de las acciones de la firma, lo que le aseguraba su control. En 2012 fue nombrada vicepresidenta y desde 2018 ejercía de copresidenta junto a su padre. En 2023, asumió la presidencia tras la jubilación de su progenitor. El relevo, sin embargo, ha coincidido con un momento extremadamente delicado para toda la industria del ladrillo chino. La empresa se encuentra al borde de la quiebra y la mayor parte del patrimonio que heredó Yang se ha esfumado por el desplome de las acciones.
Otras grandes firmas chinas han tomado un camino similar. Un caso paralelo es el de Zong Fuli, hija del recientemente fallecido Zong Qinghou, fundador del Grupo Wahaha, uno de los principales productores de bebidas de China. Fuli, también graduada por una universidad estadounidense, había ocupado el puesto de vicepresidenta y gerente general desde 2021 y, este año, asumió la presidencia. Bajo su dirección, la compañía ha iniciado una diversificación hacia nuevos sectores, como el inmobiliario y el tecnológico. Por su parte, el fundador del gigante tecnológico Huawei, Ren Zhengfei, también ha confiado en su hija Meng Wanzhou para ocupar cargos estratégicos, como la dirección financiera.
En el caso del tejido empresarial español hay dos procesos sucesorios que centran todos los focos: Mercadona e Inditex. En el primer caso prima el secretismo, en el del grupo textil se han avanzado etapas en el campo de la gestión, pero aún quedan dudas por despejar en el reparto accionarial.
La sucesión de Juan Roig al frente de Mercadona es una pregunta fija cada vez que el presidente y máximo accionista de la compañía de supermercados se enfrenta a los periodistas. Y su respuesta no suele diferir de un año a otro. “Seguiré mientras esté en perfectas condiciones físicas y mentales”, dijo en marzo de este año, en la presentación de los resultados de 2023. A ella acudieron por primera vez su mujer, Hortensia Herrero, que posee el 27,71% de la empresa, y su hija Carolina, secretaria del consejo y analista de mercado.
Roig, que el 8 de octubre cumplió 75 años, tiene tres hijas más: Juana, Amparo y Hortensia. La primera, junto a Carolina, trabaja en Mercadona como responsable del departamento digital.
Sobre la sucesión de Roig, Mercadona se remite a las declaraciones de su presidente: disfruta siendo empresario y no sabría qué hacer si se retirara. La empresa confirma que ya tiene creados los protocolos y sistemas que permitirían, si Roig sufriera alguna incidencia, designar ese mismo día al sustituto al frente de la dirección de la empresa, con el mismo poder de decisión. “Sé quién me va a sustituir, pero él o ella no lo sabe”, dijo Roig hace tres años.
Una de las candidatas es Juana Roig. Preguntada por el tema en febrero del año pasado, afirmó que “tiene más sentido que el sucesor sea un ejecutivo que un miembro de la familia”, y que “las acciones se heredan, el puesto no”, una frase que su padre ha repetido en alguna ocasión, y con la que parecía descartarse. “Dirigir Mercadona es un desafío muy grande”, explicó al podcast de la aceleradora de empresas Itnig.
A nivel directivo, Juan Roig también cuenta con un círculo de confianza. Hace un año reformó su comité ejecutivo, eliminando seis direcciones generales y reforzando el peso de cuatro directivos: Paco Espert, Rafael Berrocal, Héctor Hernández y José Jordá. Son los únicos que se han mantenido en este órgano directivo en los últimos 15 años de forma ininterrumpida. De momento, y según lo dicho por Roig, tampoco ellos saben si serán su sustituto.
Hablar de sucesión en Inditex significa hacerlo del futuro de la mayor fortuna de España. Amancio Ortega, fundador y máximo accionista del grupo textil gallego, tiene bajo su control un gigante cuyo valor en Bolsa alcanza los 165.000 millones de euros. Eso significa que la participación que ostenta, el 59,3% del total, roza un precio de mercado de 100.000 millones.
Solo los dividendos que recibe de Inditex le permiten ingresar 2.845 millones este año, lo que pone de relieve la dimensión de su legado. A ello hay que sumar el imperio inmobiliario construido sobre los réditos de la textil. Pontegadea Inversiones, con el que vehiculiza el 50% de su participación en Inditex, cuenta con una cartera de edificios que supera los 18.000 millones de valor. El otro 9,3% de las acciones las tiene bajo la sociedad Partler.
A nivel empresarial, la sucesión en Inditex ha quemado algunas etapas. Ortega, de 88 años, dejó la presidencia del grupo en 2011, apartándose de cualquier aspecto formal de la gestión de la compañía. Tales poderes recayeron, hasta 2022, sobre Pablo Isla. El 1 de abril de ese año, Marta Ortega, su hija menor, asumió la presidencia del grupo, lo que la empresa reconoció como la culminación “del proceso de relevo generacional iniciado en 2011 con la sustitución de Amancio Ortega en la presidencia de Inditex”.
Pero la ecuación por despejar está en el reparto de ese accionariado. Sandra, Marcos y Marta Ortega son los tres hijos del empresario, los dos primeros fruto de su matrimonio con Rosalía Mera. Sandra Ortega cuenta con el 5% del capital de Inditex, siendo su segunda mayor accionista a título individual, títulos heredados de la propia Mera, fallecida en 2013. Sandra Ortega también custodia el patrimonio de su hermano Marcos, quien padece una parálisis cerebral desde su nacimiento.
Desde el entorno de Pontegadea se ha señalado repetidamente que la principal prioridad de cualquier decisión futura va a ser garantizar la estabilidad y el proyecto a largo plazo de Inditex. Sobre la articulación de los protocolos que guiarían el proceso de sucesión, la textil prefiere no hacer comentarios.