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Los migrantes que buscan llegar a los Estados Unidos, con la esperanza de conseguir una vida mejor, no solo se enfrentan a trayectos largos e inhumanos, sino que todavía a pocos kilómetros de llegar a su destino, están en riesgo de desaparecer en Sonora, ya sea por enfrentar al desierto o a merced de bandas criminales, en todo este contexto son las niñas y niños quienes más sufren.
La doctora Gloria Ciria Valdez Gardea, coordinadora del seminario niñez migrante del Colegio de Sonora, platicó que personalmente han entrevistado a cientos de niños, niñas y adolescentes migrantes en Nogales, Agua Prieta, Altar, San Luis Río Colorado, Sonoyta, el Sásabe, y las condiciones en que viajan desde su país de origen hasta Sonora, son desgarradoras.
“Los automedican, las personas que los van a cruzar, también que los instalan en habitaciones o casas de huéspedes donde presencian situaciones que no debería de presenciar, también que llegan a los puntos de cruces, como Nogales o Altar o Agua Prieta, aquellos que han un trayecto muy largo en tren, en camión, con enfermedades gastrointestinales, ampollas en las narices, en la boquita”.
Los trayectos son largos y cansados, desde países de Sudamérica, hasta quienes vienen desde otros continentes, como África, y aun así logran llegar a Sonora.
“Son niñas, niños y adolescentes que tienen un mes, tres o cuatro, o seis meses para llegar a México, así tenemos casos en el programa de asesorías gratuitas del seminario niñez migrante, de familias enteras o parte de la familia que duraron meses para llegar a México. Estuvieron primero en Colombia, Ecuador, Panamá, luego llegaron a Guatemala y luego llegaron a México”.
Pero, no solo está el riesgo de desaparecer, sino de morir en el desierto. Según la organización internacional “Centro Colibrí para los Derechos Humanos”, entre 1998 y 2023 han muerto más de 7 mil personas migrantes en la frontera entre Sonora y Arizona. Mientras que la organización Human Borders, aseguró que se han localizado cuatro mil 196 personas fallecidas en esa región. Lo peor, es que se estima que entre el 10 y 20% eran menores de edad.
“Esto es muy duro, y recuerda que estamos hablando solamente de osamentas, cuerpos o partes del cuerpo encontrados, nosotros tenemos casos de personas, mamás o papás que siguen viajando a los puntos fronterizos a ver si encuentran a su hija, después de 10 años”.
Las causas de muerte de migrantes en Sonora son deshidratación, exposición a temperaturas extremas, accidentes geográficos, caídas y agotamiento. Y a eso se suma que están a la merced de grupos criminales dedicados al tráfico de personas, a la violencia y accidentes de tránsito.
La doctora Gloria Ciria Valdez, aseguró que es necesario aumentar los recursos humanitarios para apoyar a las personas que están en tránsito, promover la cooperación entre México y Estados Unidos para tener rutas más seguras y trabajar en una política migratoria de acogida en México.
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