Una de las más populares materias primas en el mundo hace frente a eventos climáticos, disrupciones en la cadena de suministro y una demanda creciente
Oscar Granados / El País
Un espresso perfecto se hace en 25 segundos. “Debe tener una crema de color avellana que se mantenga al menos un minuto en la taza, y su sabor debe ser un balance preciso entre notas ácidas, amargas y florales, con un retrogusto prolongado”, explica Luigi Morello, presidente del Instituto Nacional Italiano del Espresso. La cantidad es clave: alrededor de 25 mililitros para disfrutarlo en su máxima expresión. ¿Y el precio? “1,20 euros, pero cuando es bueno se puede pagar hasta 1,50 euros”, dice el experto al teléfono. Sin embargo, el mercado italiano, reconocido por ofrecer café de calidad a un precio justo, enfrenta incertidumbre ante el alza de las cotizaciones internacionales de la materia prima, que ha alcanzado niveles no vistos en décadas, debido a alteraciones climáticas en Brasil, Vietnam e Indonesia (los principales productores), la escasez de contenedores y congestión portuaria (agravadas por el conflicto en Medio Oriente), un incremento en el consumo global (particularmente en China) y la inminente aplicación de normativas más estrictas en Europa.
“Las condiciones climáticas han jugado un papel determinante en la cotización”, explica Carlos Mera, jefe investigación de agrícola en Rabobank. Los precios de los futuros de los granos de robusta —que se usa para elaborar el café soluble— han superado los 5.200 dólares por tonelada, a mediados de la semana pasada, un nivel no visto desde los años 70. Por su parte, la variedad arábica —considerada de mayor calidad— ha sobrepasado los 2,6 dólares la libra y han alcanzado nuevos máximos no visto en los últimos 13 años. “En Brasil, eventos climáticos extremos como heladas, sequías y temperaturas inusualmente altas han reducido la producción, especialmente de la variedad arábica. En Vietnam, también las sequías y los tifones están afectando la producción de robusta”, comenta Javier Molina, analista senior de mercados en eToro.
Lo que sucede en estos dos territorios es decisivo. Aunque alrededor de una cuarentena de naciones cultiva café, Brasil (con una participación cercana al 40%) y Vietnam (con un 16,5%) dominan el mercado global, según datos del Departamento de Agricultura de EE. UU. Por ello, cuando en alguno de estos actores clave surge algún inconveniente, el impacto es mundial. Los precios elevados actuales, por ejemplo, son el resultado de una escasez de materia prima que lleva tiempo gestándose. El principal motivo es la disminución del suministro de robusta en Asia. Vietnam, líder global en la producción de esta variedad (que va por su cuarto año consecutivo en déficit), e Indonesia, tercero en la lista detrás de Brasil, han enfrentado condiciones climáticas adversas en los últimos dos años. “Un clima desfavorable puede reducir el rendimiento hasta en un 20%”, señala Joaquín Robles, analista independiente. A esto se suman las dificultades logísticas y la especulación en los mercados de futuros, impulsando las cotizaciones internacionales, como ha ocurrido recientemente.
“Tras el inicio del conflicto entre Israel y Hamás, el grupo hutí comenzó a atacar barcos en el Mar Rojo, una ruta clave entre Asia y Europa [el mayor consumidor de café a nivel global], lo que provocó un aumento en el coste del transporte y dificultó el abastecimiento de materia prima”, afirma Fernando Maximiliano, analista de la consultora StoneX. Gran parte del café se transporta por vía marítima, y debido a las circunstancias, los barcos han tenido que seguir una ruta más extensa, rodeando el Cabo de Buena Esperanza en lugar de atravesar el Canal de Suez. Esta situación ha creado una oportunidad para Brasil, que comercializa arábica (cultivo que representa casi el 70% de su producción), cuyas exportaciones de robusta se han disparado globalmente desde mediados de 2023, impulsando los contratos a futuro de ambas variedades.
Durante años, el arábica, tradicionalmente con una cotización superior, marcaba la pauta, dejando al robusta en un segundo plano. Desde 2023, el robusta ha tomado la delantera, llegando incluso este año a competir en valor con los granos de mayor calidad. En Brasil, por ejemplo, los precios del primero son actualmente superiores a los de mejor calidad, debido al alza en las exportaciones. “Además, se ha incrementado la proporción de arábica en la mezcla nacional: robusta y arábica se combinan en un solo producto”, explica afirma Laleska Moda, analista de Hedgepoint Global Markets. A nivel global, el robusta se utiliza especialmente en la industria del café soluble y no hay señales de que la demanda disminuya, destaca la especialista.
Brasil, sin embargo, vive un grave estrés hídrico debido a la prolongada sequía (la peor en 70 años) y a una ola de calor extrema, lo que ha puesto en riesgo la próxima producción, sobre todo de la variedad de mayor calidad que también es la más sensible al cambio climático. “El potencial de la cosecha de arábica para 2025/26 pende de un hilo”, resalta Mera de Rabobank. Ello se trufa con un consumo imparable, sobre todo de economías emergentes, como la China que desde 2019 a la fecha ha aumentado sus importaciones en más de un 63%, y cuya bebida cobra fuerza. Pero en otras regiones, como en Europa, las reservas físicas han aumentado por una cuestión estratégica: el nuevo Reglamento de Deforestación de la UE, que se implementará a finales de año, que prohibirá la compra de productos de áreas deforestadas, lo que está llevando a comerciantes a adquirir granos de café. Los niveles de existencias en la UE en el segundo trimestre han aumentado mes tras mes, pasando de 6,4 millones de sacos a 8,4 millones de sacos, el nivel más alto desde octubre de 2023, explica Mera. La combinación de todas las variables tiene un impacto inmediato y directo en los precios al por menor que pagan los consumidores.
“Realmente, si por un café pagas 1,50 euros, quizá el coste de los granos utilizados esté en un rango de entre 10 a 40 céntimos, dependiendo de la calidad”, afirma Arturo García Alonso, cofundador y director en la gestora de fondos Global Social Impact Investments SGIIC (GSI). Y si a la bebida se le añade leche o azúcar —cuyos futuros subieron esta semana a su nivel más alto desde febrero por las condiciones la sequía en Brasil (que también es el mayor productor y exportador de este ingrediente)—, el precio final puede dispararse aún más. “El impacto es directo en los precios al por menor que pagan los consumidores”, agrega Molina, de eToro. El traslado del alza en las cotizaciones internacionales a la calle va con cierto retraso, indica Mera, de Rabobank. “Suelen tardar unos seis meses, debido a la cobertura de futuros y las políticas de fijación de precios de los supermercados, que muchas veces solo permiten cambios una o dos veces al año”. El café atraviesa por uno de sus momentos más amargos.