El gobierno mexicano decidió que solo el Estado tendría injerencia en la cadena de valor del litio, pero hasta ahora, esto no ha arrojado resultados.
Diana Nava / Expansion
La administración obradorista llegará a su fin sin haber extraído un solo gramo de litio. La denominada nacionalización del metal se alzó como una de las grandesvictorias políticas del primer gobierno morenista, después de un intento fallido por pasar una reforma en materia energética que se topó con una mayoría de votos en contra. La orden presidencial por crear la estatal LitioMX no ha derivado en grandes efectos en cuanto a la producción del metal. Y la decisión del gobierno por cancelar las concesiones de la china Ganfeng Lithium en Sonora ha dejado en pausa la puesta en marcha del único yacimiento que hasta ahora ha resultado económicamente viable.
El litio atrajo la atención del gobierno mexicano cuando hace unos años –poco después del inicio de la pandemia– el metal acumuló un aumento sin precedentes en su precio. Todo porque la demanda de baterías para autos, computadoras, celulares y otros aparatos superó por mucho la oferta.
México no está dentro de los países con mayores reservas de litio, en un listado que lidera Bolivia, Argentina, Chile y Australia, según los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Pese a ello, el gobierno mexicano vio en la extracción del metal una oportunidad y decidió declarar la producción de litio como una actividad exclusiva para el gobierno mexicano. México está en el lugar 10 de la lista del USGS que calcula que el país tiene reservas de litio por 1.7 millones de toneladas.
Pero ahora, los precios del litio han regresado a los niveles previos a la pandemia y con ello, la viabilidad de muchos de los proyectos ha quedado en duda. Los analistas dibujan un escenario de no menos de 10 años para que el país logre consolidar una industria de producción de litio, para ese momento el precio del metal podría reducirse aún más debido al aumento en producción en algunos países con mayores recursos y el uso de otros materiales para la fabricación de baterías, como el sodio.
Una de las decisiones que tomó el gobierno federal respecto al litio fue la de dejar de lado las asociaciones o la participación de privados, aunque por momentos pareció hacer más laxa su postura. Con ello, el proyecto de Bacadéhuachi, en Sonora, quedó en pausa. La china Ganfeng Lithium –uno de los más grandes productores de baterías a nivel mundial– perdió los permisos que tenía en Sonora e interrumpió el proceso de producción del metal que había comenzado hace años y que ya acumulaba años de retrasos. Ahora, el proyecto es objeto de un juicio de arbitraje, y no podrá ser echado a andar hasta que se dicte una resolución. Los permisos tenían una vigencia hasta 2065.
Así, el país ha detenido el proyecto del que preveía obtener su primera producción de litio. Pablo Taddei, el director de LitioMX, había puesto el 2028 como el año en que se obtendría el primer cargamento del metal, pero la compañía estatal no ha avanzado de manera significativa en las labores de exploración de nuevos yacimientos para su explotación. LitioMX apenas recibió poco menos de 10 millones de pesos de presupuesto para el ejercicio de este año. La cifra está muy por debajo de lo necesario para la puesta en marcha de la compañía y la creación de tecnología para la producción del litio.
“La idea fue buena y es positivo que se reservara para el Estado, pero creo que no se destinaron los recursos suficientes o una planeación realista, querían encontrar rápidamente un yacimiento, pero no eso no se logró. Cuando el Estado se percató de las reservas en Sonora, los terrenos ya habían sido comprados por los ingleses y después por los chinos. Las empresas extranjeras compraron la reserva de lo que parece ser más probablemente viable desde un sentido económico”, dice Luca Ferrari, académico del Instituto de Geociencias de la UNAM.
El Servicio Geológico Mexicano también se preparaba para hacer un mapeo de las reservas de litio en el país y de los lugares que podrían ser económicamente viables para la exploración y explotación del litio. Pero el estudio no se ha hecho público y dos fuentes cercanas al proceso aseguran que las conclusiones no resultaron alentadoras y que el único yacimiento económicamente viable es el ubicado en Sonora. En realidad México nunca ha tenido o ha hecho público un estudio fiable sobre el potencial de producción de litio en el país. Hasta ahora, la información recopilada tiene como principal fuente los datos producidos por compañías privadas que en algún momento se adjudicaron un yacimiento.
“Todo lo relacionado al litio se ha quedado, diría yo, en un discurso que no se ha concretado en realidad”, dice Rigoberto García Ochoa, un académico de El Colegio de la Frontera Norte. “Ha sido mucho discurso, poco pragmatismo y la realidad es muy clara, no se ha extraído y no se vislumbra todavía una posibilidad para que México pueda entrar ya en el mercado global de litio como lo están haciendo otros países”, explica en una llamada.
Ahora, el siguiente probable paso desde el gobierno federal para la explotación de litio está relacionada con la estatal Pemex. La próxima presidenta Claudia Sheinbaum y Víctor Rodríguez Padilla, el nuevo director la petrolera nacional, han dado a entender que la compañía podría ser la próxima responsable de comandar las labores de explotación del metal, pero hasta ahora no se ha dado a conocer un plan en concreto y la posición financiera de Pemex podría mermar su capacidad para hacerse cargo de la nueva actividad.
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