Así que el presidente municipal de Cajeme, Sonora, Javier Lamarque Cano, redujo la jornada violenta del pasado domingo en Ciudad Obregón a un problema de semántica. El alcalde morenista dijo ayer que se trató de “un domingo violento, pero no sangriento”. Vaya consuelo el que seguramente sintieron los centenares de ciudadanos que entraron en pánico al escuchar las balaceras. Lamarque se lanzó contra quienes, dijo, “parecen interesados en magnificar los hechos para sembrar zozobra”, pues fue un hecho lamentable, pero no como lo que se difunde en los medios y en las redes sociales. Alguien debería aclararle que la zozobra de la ciudadanía la produjeron las fuertes detonaciones de armas de fuego y las persecuciones en vehículos, no las publicaciones posteriores, que dieron cuenta de los hechos. A imagen y semejanza de gobernadores y de liderazgos de su partido, Lamarque se fue por el camino fácil. En fin.
Luego de la fuerte explosión ocurrida el sábado pasado en el pueblo de Los Reyes, en Coyoacán, que dejó al menos 12 personas lesionadas y siete inmuebles severamente dañados, nos cuentan que autoridades del gobierno de la Ciudad de México y de la alcaldía a cargo de Giovani Gutiérrez han encontrado un punto de coincidencia para seguir atendiendo el caso. Y es que, se ha informado, los vecinos han manifestado su preocupación porque, más allá de las autoridades, que al final han dado seguimiento a la emergencia desde el primer momento, la empresa gasera cuya pipa está involucrada en los hechos es la que anda ausente. Los habitantes del pueblo se encuentran a la espera de que se haga cargo de lo ocurrido, porque hasta el momento ni siquiera ha hecho acto de presencia. Es sabido que en estos casos al final se encuentra a los responsables y las sanciones son severas, así que pendientes.
Llamó mucho la atención la declaración de ayer del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, en el sentido de que el sábado no se reunió con la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, porque se tuvo que regresar a Culiacán debido a los hechos violentos de ese día. Hay muchos que piensan que si el mandatario tenía mucha prisa en regresar a su estado, no hubiera acudido tranquilamente, como se ha señalado en las benditas redes que lo hizo, a un restaurante de lujo. Nos hacen ver que a pesar del apoyo incondicional que las cúpulas de Morena le han dado siempre, ha perdido muchos bonos en los últimos días, a raíz de la crisis de violencia en su entidad que ayer cumplió 15 días y que parece no tener fin. Quienes piensan así fortalecen su idea con el hecho de que Rocha se quedó fuera de dos fotografías muy importantes de los gobernadores de la 4T con el Presidente López Obrador y otra con la futura Presidenta y los líderes de Morena. Pero más que fuera de las fotos, nos dicen, el mandatario sinaloense podría estar fuera de la jugadas políticas de relevancia.
Con la novedad de que en Colima ocurrió que en una conferencia en materia de seguridad, un periodista pidió datos que, dijo, antes se daban, en materia de incidencia delictiva. Pero resulta que el vocero de seguridad de la entidad le dijo que no las tenía y recomendó al reportero que las buscara en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. “Si usted se pone a chambear en su área, júrelo que va a tener esa información”, dijo Francisco Almazán, quien señaló que la mesa de seguridad “ya dio las cifras que considera pertinentes”. Nos cuentan, sin embargo, que el funcionario no esperaba la respuesta del comunicador: “Entonces les vamos a pedir que se pongan a chambear en sus áreas, porque sus cifras alegres no coinciden con la realidad que vive Colima”. Le cuestionó que cómo era posible que hace unos días, a unas cuadras del Palacio de Gobierno, hayan asesinado a una persona. ¿Qué tal?
Y fue el senador panista Ricardo Anaya el que, al momento de la votación en comisiones unidas de Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos de la reforma que traslada la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, tuvo un lapsus. Y es que cuando le preguntaron el sentido de su sufragio, el candidato presidencial del PAN en el 2018 aseguró: “a favor”. Y enseguida rectificó: “Perdón, en contra, en contra”. Sus compañeros en principio dudaron si había dado un “yunazo”, aunque después se rieron, mientras los opositores aplaudían y celebraban. Marko Cortés, líder del PAN y también senador se levantó de su silla e intentó mediar para que el voto se registrara en contra. El resbalón de Anaya provocó la risa de Citlalli Hernández y de Ernestina Godoy, presidentas de las comisiones, y hasta sonrojó a Adán Augusto López. Cómo decían los abuelos: ¡Buzo, caperuzo!
Y fue el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, el que decidió que en las próximas sesiones de la Cámara alta en la que se discutan reformas constitucionales, los legisladores estarán parapetados. Porque resulta que giró la instrucción para que el personal de resguardo no permita entrar a nadie que no sea trabajador del Senado. Se informa que, “con la finalidad de garantizar el desarrollo libre de las sesiones ordinarias en este recinto legislativo, se suspende el acceso a ciudadanos y ciudadanas que no laboran en esta Cámara de Senadores o fungen como enlaces legislativos”, refiere la orden que giró. Ha dicho el morenista que lo que motivó esta decisión fue el antecedente de la irrupción de trabajadores del Poder Judicial en la discusión de la reforma en esa materia que forzaron a habilitar la sede alterna. Por lo pronto: prohibido el paso.