El presidente se refiere a su movimiento político en su último acto masivo en el Zócalo como mandatario
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha coronado su último Grito de Independencia con un llamado a su movimiento político. “¡Viva la Cuarta Transformación!”, ha dicho como última arenga desde el balcón de Palacio Nacional. El mandatario ha llenado de símbolos la celebración de su último Grito de Independencia. López Obrador ha salido visiblemente conmovido para cumplir con el protocolo de la ceremonia y ha gritado junto a las clásicas arengas una docena de nuevas frases. El Grito de López Obrador llamó a los héroes de la Independencia, pero también celebró a valores como la libertad, la igualdad, la justicia, la soberanía y la democracia. El presidente ha cerrado su despedida con un llamado dedicado a su movimiento político y finalmente ha celebrado a “los migrantes, la grandeza cultura de México y a los trabajadores mexicanos que son los mejores del mundo”.
El Zócalo de Ciudad de México ha lucido desbordado de mexicanos que han resistido la lluvia y han esperado al grito de “¡Es un honor estar con López Obrador!” a que el mandatario saliera a gritar las arengas. Un conjunto de drones ha dibujado sobre la plaza la frase “Gracias México”, que es también el nombre del último libro de López Obrador y en esta noche se ha convertido en el gesto de agradecimiento del mandatario. A la ceremonia le siguió un espectáculo de fuegos artificiales acompañado de música de diversas regiones del país, incluida Vamos a Tabasco, como un guiño al Estado natal del presidente. López Obrador ha observado a la multitud durante unos minutos antes de que su silueta dejara de verse en el balcón.
El Grito de Independencia es una de las celebraciones más significativas para los mexicanos, que son dueños de un orgullo nacional que va más allá de casi cualquier ideología política. López Obrador, ávido lector de la historia mexicana, ha sabido aprovechar los sentimientos nacionales para resignificar símbolos y dejar su marca en alguno de ellos. La ceremonia del 15 de septiembre ha sido una de ellas. A través de las arengas de los últimos seis años, el mandatario ha lanzado ‘vivas’ para los migrantes, las comunidades indígenas y las culturas prehispánicas. También ha mostrado su desprecio por la corrupción, el clasismo y el racismo: desde 2022 añadió a los “vivan”, los “mueran”.
La noche del 15 de septiembre en el Zócalo también es una ocasión que sirve para medir empíricamente la popularidad de un presidente. La cantidad de mexicanos dispuestos a resistir el frío, la lluvia y los tumultos, por ver 15 minutos al presidente mexicano en el balcón de Palacio Nacional agitando la bandera, es proporcional a la simpatía hacia él. En tiempos del PRI, el partido oficial hacía el máximo esfuerzo por llenar la plaza, una tradición que se desvaneció silenciosamente en los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto. A López Obrador le precede una popularidad histórica, que nunca está debajo del 60% de la aceptación entre los mexicanos, y que ningún presidente ha logrado en la historia moderna de México. El Zócalo con él, por supuesto, ha registrado un lleno total en seis ocasiones.
El dominante papel que en los últimos años ha entregado a las Fuerzas Armadas también se refleja en la ceremonia de la Independencia. Aunque el protocolo es esencialmente el mismo, los cadetes del Colegio Militar son los coprotagonistas del Grito y las tradiciones militares, austeras y parcas, se cumplen a rajatabla. Lejos están los días en los que los pasillos del Palacio Nacional se llenaban de políticos de todos los colores y celebridades con vestidos de marca. El presidente se rodea de su familia, su Gabinete y los más fieles a su Gobierno: un lugar en alguno de los balcones de Palacio Nacional para mirar la pirotecnia ya solo está garantizado con un vínculo sanguíneo o una relevancia política incontestable.
López Obrador ha decidido marcar la historia de México con su nombre. Este mismo día, ha firmado la promulgación de la reforma al Poder Judicial, polémica por someter a miles de jueces y magistrados al voto popular, apenas cuatro horas antes de salir al balcón de Palacio Nacional para recibir su último baño de masas. La poderosa imagen de López Obrador sentado en la famosa Silla del Águila, dando un revés a una de las tres ramas que sostiene al sistema de Gobierno de México, ha contado además con la presencia de la primera presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum.
“Vamos a tener a la primera presidenta de México en 200 años, del México independiente. Si sumamos los 300 años de dominación colonial, estamos hablando de que desde hace 500 años, cuando menos, no gobernaba nuestro país una mujer. Y me da muchísimo gusto que esa mujer sea Claudia Sheinbaum Pardo. Una mujer excepcional, inteligente, preparada, con experiencia de Gobierno, honesta, sensible, con dimensión social, de buen corazón”, ha mencionado en un breve discurso que ha subido a sus redes sociales. Y así ha redondeado el día con más símbolos.