Ante el fracaso de la oposición para lograr que los consejeros del INE le quitaran la mayoría calificada a Morena a la mala, es decir, cambiaran la interpretación constitucional a modo de la oposición, su siguiente estrategia es hundir el barco completo. El país completo.
La estrategia, bosquejada en su versión más radical el día de ayer por la columnista del Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady, consiste en “short Mexico”. Es decir, utilizar una agresiva estrategia financiera para especular en contra del peso que suele quebrar economías completas.
O’Grady sugiere hundir a la economía mexicana porque, como comentó Ciro Murayama, Morena logró la supermayoría en el Congreso por medio de un fraude.
Quiero detenerme aquí porque esto evidencia que la escalada retórica de la oposición ya ha llegado a puntos peligrosos. Sus mentiras ya dejaron de ser simples hipérboles repetidas en sus medios afines y Youtube. Ahora, están atentando contra la estabilidad del país completo.
Su irresponsabilidad es mayúscula. Tal es el enojo de los opositores por su derrota que prefieren echar el país por la borda, infligir un tremendo sufrimiento a los mexicanos y empobrecernos, antes que permitir que Morena siga ganando elecciones.
Esto es grave y ante ello, Morena debe reaccionar con mucha inteligencia. Solo persistir por el mismo camino no ayudará. Solo enojarse tampoco.
Sheinbaum debe redoblar su campaña para realizar reuniones uno a uno con inversionistas de alto calado a fin de comunicar los escenarios que vienen después de las reformas y el contenido explícito de ellas. Debe quedar en claro que el resultado no será una dictadura, como los clarividentes de la catástrofe auguran.
A quien sea que le interese la estabilidad del país, que es a muchos empresarios, debe dejar de repetir, sin mayor análisis, lo que dicen los opositores catastrofistas. Los opositores no tienen interés en la estabilidad. Por el contrario, la inestabilidad les ayudaría a ganar elecciones.
Es imperante recobrar el realismo. Después de las reformas habrá, en el peor de los escenarios, un México más centralista y con menos órganos autónomos. Puede que estemos en contra de eso, pero ello no configura que México se vuelva una dictadura. Muchas democracias consolidadas son centralistas y carecen de organismos autónomos.
No es ideal que los jueces sean electos, no. Pero ello tampoco configura un control completo de Morena del poder judicial. Al menos una tercera parte de los candidatos serán propuestos por fuerzas opositoras. Además, muchos de los jueces serán reciclados. Más aun, la alternativa, sin reforma, es que Sheinbaum elija todo.
Un dato más: la abismal mayoría de los organismos autónomos que van a depender ahora del ejecutivo no existían en 2014 ¿Era México una dictadura en 2013? La respuesta es no.
Es importante dejar de promover la idea de que la catástrofe es inminente porque los mercados pueden tomarnos la palabra.
Termino con algo importante: esta no será la primera ni la única vez en que los opositores lleven las discusiones ante los inversionistas. Así lo harán de ahora en adelante porque no tienen poder en las urnas. Su único poder es el dinero y ese poder es suficiente para hundir el barco.