No vamos a saber exactamente qué pasó con las detenciones de El Mayo y El Chapito porque los servicios de la Unión Americana no van a develar cómo operaron o dejaron de operar para tenerlos en sus cárceles.
Partamos de un principio: la detención de Joaquín Guzmán López, el hijo de El Chapo Guzmán, y de Ismael El Mayo Zambada es una de las operaciones de inteligencia más exitosas que ha tenido el gobierno de Estados Unidos en relación con los grupos del narcotráfico desde los lejanos años de la caída de Pablo Escobar. Todavía hoy no conocemos con toda precisión hasta dónde se llegó a involucrar Estados Unidos en la persecución del líder del Cártel de Medellín y eso ocurrió hace 30 años.
No vamos a saber exactamente qué pasó con las detenciones de El Mayo y El Chapito porque los servicios de la Unión Americana no van a develar cómo operaron o dejaron de operar para tener en sus cárceles, literalmente entregados en un pequeño aeropuerto en Nuevo México, junto a la gran base militar de Fort Bragg, a dos de los criminales más buscados del mundo.
La carta que divulgó el abogado de El Mayo Zambada a través del director de Los Angeles Times da una versión que suena verosímil, pero que puede o no ser verídica. Lo cierto es que exhibe la complicidad existente entre los grupos criminales y el gobierno estatal y, sin duda, de algunos ámbitos federales.
Sobre la versión me sigue sorprendiendo que El Mayo haya ido a ese encuentro tan desprotegido, aunque, según la carta, ingresa al lugar donde supuestamente se iba a realizar la reunión con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, y Héctor Melesio Cuén, acompañado de dos altos mandos de la Policía Judicial del estado (que, hasta el día de hoy, están, efectivamente, desparecidos) y dos custodios (también desaparecidos), en un lugar donde había ya varias personas armadas que El Mayo dice que pensó que eran gente de Los Chapitos. Ahí fueron neutralizados sus acompañantes, a él lo embolsaron, lo metieron en una camioneta, luego lo subieron a un avión donde lo amarraron y llegó al aeropuerto de Santa Teresa en Nuevo México sólo con Joaquín y el piloto, donde ya lo esperaban las autoridades estadunidenses.
Lo de la reunión con el gobernador Rocha y Cuén es verosímil. Hace algunas semanas escribimos aquí que luego del secuestro de 100 personas, porque les habían robado 20 millones de dólares a Los Chapitos, el propio gobernador Rocha pidió una reunión con Iván Archivaldo (el verdadero jefe del grupo y con quien El Mayo suponía, dice en su carta, que se iba a reunir). “Dicen que fue el propio gobernador Rocha, escribimos aquí el 27 de mayo pasado, el que se comunicó con Iván Archivaldo para que regresara lo más pronto posible a las mujeres y los niños porque el tema se había convertido en un escándalo nacional. El que organizó el encuentro, todo según fuentes sinaloenses, fue el tesorero del estado, Enrique Díaz, que, según esta versión, es el que mantiene el contacto directo del gobierno estatal con los hijos de El Chapo. Díaz, además, es muy cercano al subsecretario de egresos federal, Juan Pablo de Botton. La reunión entre el gobernador y Los Chapitos se dio en la casa de Díaz, en el fraccionamiento Álamos, propiedad de la familia Coppel. En la reunión se decidió liberar a los familiares y liquidar a los directamente involucrados en el robo del dinero de Iván Archivaldo. Ésos son los desaparecidos que no regresaron.
“Como parte del acuerdo, continuaba aquel texto, para la liberación de los secuestrados se le entregó a Los Chapitos el control de las juntas de agua potable (un instrumento poderosísimo en el estado), particularmente las de Mazatlán, Culiacán, Salvador Alvarado y los módulos de riego del centro y el norte del estado. Los propios Chapitos fueron quienes hicieron las designaciones que fueron confirmadas por el gobierno estatal. En contraparte, como ya había ocurrido en 2021, la organización criminal se comprometió a involucrarse de lleno en la elección del 2 de junio”.
Por lo tanto, se supone que las reuniones de autoridades locales con capos del Cártel de Sinaloa era algo que ocurría con regularidad. En ese contexto, llama la atención que en tantas ocasiones el presidente López Obrador haya visitado (la última vez este sábado) Sinaloa y, sobre todo, Badiraguato. Entonces la reunión es verosímil que se haya realizado. ¿Mataron ahí mismo a Cuén? Puede ser, aunque la Fiscalía estatal insiste en que fue en un asalto, pero recordemos que El Mayo dice que él fue acompañado por dos mandos de la propia Policía Judicial del estado, por ende, lo que diga la Fiscalía en este tema queda descalificado.
Lo que me extraña es lo que sucedió después. Si los hechos se dieron así, no dudo de que hubiera alguna participación más que puntual en el abatimiento de los sicarios y acompañantes (lo que podría explicar que El Mayo no se resistiera), y en la organización de los vuelos o el vuelo hasta llegar a Nuevo México. Lo que me extraña es, primero, que hayan llegado solos a Nuevo México, con un solo piloto, pero, sobre todo, que hasta el día de hoy, casi 20 días después de los hechos, no haya reacciones, ni de Los Chapitos ni de Los Mayos ni de Aureliano, tampoco de sus enemigos, como el CJNG.
Creo que están tan desorientados como el gobierno mexicano, que no tiene detalles de lo ocurrido. Le han contado, como a todos, una versión, la que publica el LA Times, con tantos puntos oscuros que no terminan de develar el panorama real. Lo que es indudable es que el gobierno de Sinaloa no puede seguir sin una intervención total (el caso admitiría la desaparición de poderes en cuanto asuma Claudia Sheinbaum) o, por lo menos, la separación del cargo del gobernador Rocha y de la Fiscalía completa, mientras se investiga en México lo que el gobierno quiere que nos cuente Estados Unidos.