El clavadista mexicano, seguro sobre el trampolín, se consolida como uno de los mejores en la final y se cuelga su segunda presea
Diego Mancera / El País
Osmar Olvera (Ciudad de México, 20 años) es un fuera de serie. El mexicano ha conquistado su segunda medalla en los Juegos Olímpicos de París tras deslumbrar en la final del trampolín individual. Los clavados finos y enérgicos del mexicano le sirvieron para quedarse con la medalla de bronce, detrás de los imparables chinos Siyi Xie y Zongyuan. México suma así su quinta medalla en este verano y supera, hasta el momento, lo que ha hecho la delegación mexicana en Río 2016 y Tokio 2020.
Este jueves, Olvera dio una de sus mejores actuaciones desde el trampolín. No quería alejarse ni un segundo del podio. En sus seis clavados puso la vara alta y quería disputarle el dominio a sus rivales chinos. En la quinta ronda registró una de sus mejores calificaciones en París al conseguir 98.80 de los 100, con un grado de dificultad sumamente alto (3,8), una escena que quedará en el carrete de las grandes memorias mexicanas del deporte. China ganó, pero las tribunas, una vez más, se volcaron hacia el mexicano para arroparle y reconocerle el logro que ha conseguido. No es para menos tras un proceso lleno de turbulencias debido a la falta de apoyo económico por parte de la Conade a todos los deportistas acuáticos.
Olvera simboliza la evolución de un deportista de alto rango. Apenas a los 12 años, cuando iniciaba la secundaria, compitió en su primer certamen internacional en Rusia con un quinto lugar final. Con 17 años había debutado en sus primeros Juegos Olímpicos. En su primera experiencia terminó en el lugar 14, muy alejado de poder sorprender a los jueces en Tokio 2020. Ese boleto olímpico se lo ganó a un pez gordo de los clavados, Yahel Castillo. Pese a las críticas que desbordaron a la delegación mexicana hace tres años, el clavadista mexicano quiso mejorar. Sacó del baúl el coraje para crecer. Y vaya que lo hizo.
Osmar OlveraEl mexicano Osmar Olvera celebra la medalla de bronce en la final de salto de trampolín.Julio Múñoz (EFE)
El clavadista mexicano estuvo bajo las órdenes de la entrenadora china Ma Jin, quien ya había trabajado en México con otros clavadistas fuera de serie como Rommel Pacheco (ganador de una medalla de oro en un Mundial) y Paola Espinosa (doble medallista olímpica). Compitió en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile con el hambre de gloria. Ganó dos oros por su cuenta en los trampolines de uno y tres metros. Hizo mancuerna con Rodrigo Diego y también se quedó con el primer lugar. Eso era el inicio porque viajó a Fukuoka, Japón, para el Mundial donde ganó dos medallas de plata. Su siguiente destino fue en el Mundial de Doha donde sacudió el statu quo de los clavados al colgarse la medalla de oro, un hito.
Cuando aterrizó en París 2024, su nombre estaba entre las esperanzas mexicanas para aspirar al podio. A Olvera se le veía con un grado de confianza alto, quizá por encima del promedio de sus compatriotas. Sin ser arrogante, insistía en que quería poner en alto su nombre. Tenía la confianza. Su buen momento se sumó al apetito de Juan Manuel Celaya que quería cobrarse venganza tras un cuarto lugar en Tokio 2020. En la prueba sincronizada dieron un golpe sobre la mesa: le compitieron al dúo chino cada punto de agrado de los jueces. Los mexicanos pusieron a temblar el reinado de China, aunque el jurado giró a favor de los asiáticos. Fuera de eso, México conquistó una histórica plata.
Las dos medallas de Osmar Olvera se suman al bronce del trío de Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz en tiro con arco, a la plata en judo de Prisca Awiti y a la presea que ganará el boxeador Marco Verde, quien disputará el oro. Los clavados le dan a México su medalla número 17 y se afianzan como el deporte rey al ser el que más preseas olímpicas ha aportado en su historia. Olvera, además, entra en los registros como doble medallista. Desde Melbourne 1956 no había un mexicano que se colgara dos preseas en una misma edición. Los últimos eran Joaquín Capilla, prócer de los clavados, y Raúl González en marcha. Hoy, Olvera lo ha conseguido con solo 20 años.