Los clavadistas se quedan con el segundo sitio en el podio en la prueba sincronizada del trampolín de tres metros
Diego Mancera / El País
México se regocija en la cúspide de los saltos. Osmar Olvera y Juan Manuel Celaya han ganado una medalla de plata en los clavados, una presea que los premia como uno de los mejores del mundo. Son parte ya de la élite. La dupla mexicana batalló contra los casi infalibles chinos, a quienes le riñeron con potentes y elegantes movimientos el oro. Por momentos, durante la competencia, Olvera y Celaya lideraban las puntuaciones Así, la delegación mexicana suma su tercera medalla en los Juegos Olímpicos de París tras la plata de Prisca Awiti en judo y el bronce del trío de tiro con arco de Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz.
Osmar Olvera (20 años) y Juan Manuel Celaya (25) han provocado el frenesí en México tras una actuación de lujo en París. Los mexicanos se quedaron con el segundo sitio tras cinco rondas de pura clase: 444,03 puntos frente a los 446,10 de Daoyi Long y Zongyuan de China. El tercer sitio fue para los británicos Anthony Harding y Jack Laugher 438,15. Olvera y Celaya retaron el reinado de los chinos y llevaron todo hasta el último clavado para dirimir quién se quedaría el oro. La mayor fortaleza de los mexicanos fue la valentía: tiraron saltos osados. La capacidad para la sincronización era innata. Los cánticos a favor de los mexicanos resonaron en el Centro Acuático de París, pero los saltadores de plata mantenían una concentración de alto nivel, evadiendo los saltos de sus otros competidores. “Para mí ganamos, es un deporte de apreciación, así son las cosas. Hicimos lo necesario, entrenamos para venir a esto: a recoger la medalla”, contó Olvera a Clarosports tras la competencia.
La presea de Olvera y Celaya es valiosa porque es la número 16 en toda la historia para México en los Juegos Olímpicos y consolida a los clavados como el deporte que más preseas le ha dado al país. También es la primera que consiguen los mexicanos desde el trampolín sincronizado de tres metros. Y es apenas la segunda vez que suben al podio dos clavadistas en la categoría masculina tras la plata de Germán Sánchez e Iván García, en la plataforma de 10 metros en Londres 2012.
La medalla de plata congratula a una dupla con mucha fuerza y coraje. En los últimos tres años, los clavadistas mexicanos sufrieron por la paralización de sus becas debido a un conflicto entre su extinta federación de natación, la World Aquatics y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade). La World Aquatics, organismo rector de la natación mundial, se hizo cargo del futuro de todos los nadadores mexicanos debido a un caso de corrupción dentro de la federación mexicana, en el que el presidente Kiril Todorov fue acusado por la Fiscalía mexicana por desviar más de 150 millones de pesos. La máxima comisionada del deporte, Ana Guevara, cerró el grifo de los apoyos y los nadadores tuvieron que hacer malabares para mantenerse en lo alto del mundo. La mayoría de los deportistas demandaron a la Conade porque, por ley, les correspondían esos apoyos económicos; Guevara, por su parte, aseguraba que no podía otorgar dinero público a un ente privado y extranjero. Eso complicó la preparación de todos. Pese a eso, al ruido mediático y a la presión, México ya obtuvo su primera medalla en estos Juegos Olímpicos en los clavados. Antes, la dupla de Kevin Berlín y Randal Willars finalizó cuarta. El dueto de Alejandra Orozco y Gaby Agúndez terminaron en el quinto sitio.
El saltamontes y el tigre
México tenía altas esperanzas en su joven promesa. Empezó en el deporte de alto rendimiento desde los 12 años. Osmar Olvera, un chapulín de Ciudad de México, ganó una medalla de oro histórica en el Mundial de Doha en solitario. En otro torneo mundial, en Fukuoka (Japón) también se colgó dos medallas de plata. En los últimos Juegos Panamericanos ganó también la presea dorada. Antes de esa gloria, tuvo que sufrir un poco en Tokio 2020, sus primeros Juegos, cayó en la ronda preliminar. Es, con diferencia, uno de los mejores talentos que tiene la delegación mexicana. Y aún le falta la prueba individual, a desarrollarse el 6 de agosto.
Y en París hubo un tigre en la piscina. Era Juan Manuel Celaya, nacido en Monterrey, que decidió mudarse a Luisiana, Estados Unidos, para competir en la élite de las competencias universitarias. Se forjó como un talento extranjero que maravilló a todos en el circuito. Eso le llevó a representar a México. Se clasificó para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como una de las grandes cartas. Junto a Yahel Castillo pelearon punto a punto la medalla de bronce, pero la perdieron ante el tándem de Alemania por una diferencia mínima. Era la medalla que podía despegar su carrera, pero no cayó el premio. Tampoco decayó el ánimo del clavadista. El regiomontano tiene tatuado en la costilla izquierda un tigre, su animal preferido, mismo que también hace alusión a la mascota de la Universidad de Luisiana y a su equipo favorito, los Tigres. “Es el camino con más bajas que altas, este ciclo olímpico ha sido muy difícil”, admitió Celaya, privado de competir en los Juegos Centroamericanos y Panamericanos. Celaya se repuso para este ciclo olímpico y logró una plata en un certamen en Xi’an en la modalidad sincronizada junto a Osmar Olvera. Era la primera muestra de que podían competirle a los reyes de los clavados. La mancuerna mexicana funcionó y en Francia quedó validada.