El presidente a favor de instalar una prueba de admisión. Anticipa crisis más profundas en PRI, PAN y MC.
Redacción
Hace un mes Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum reunieron a los gobernadores actuales y electos de Morena para una cena en el hotel Hilton de la Alameda. Allí el presidente comenzó a preparar el terreno para que Luisa María Alcalde sea la dirigente de Morena y dijo, antes de retirarse, que en las próximas semanas habría precisiones sobre “el futuro del movimiento”.
Hubo un detalle de esa velada que no paso desapercibido para ninguno de los presentes: López Obrador tuvo la centralidad total y dejo a la presidente electa a la par de los gobernadores. A la salida del encuentro Marcelo Ebrard susurraba, molesto, que era casi como si Sheinbaum no hubiera sido quien arrasó en las elecciones.
LPO DAILY
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Los lineamientos anticipados en el Hilton para el futuro de Morena comienzan a tomar forma. López Obrador le dijo a Alcalde, según pudo conocer LPO, que Morena debe ser, en esta nueva etapa, un partido más restrictivo para con políticos provenientes de otras fuerzas y que se quieran sumar a la 4T.
El presidente cree que Morena debería instaurar una suerte de esquema de admisión que contemple los antecedentes de quienes busquen ingresar y buscar candidaturas.
Es un lectura hacia adelante porque López Obrador cree que tanto en el PRI como en el PAN y MC vienen crisis profundas y de ahí que evitar cualquier movimiento que pueda alterar la trayectoria de las inercias actuales.
Una lógica que comenzó a aparecer en la campaña cuando diversos políticos del PRI que saltaron hacia el oficialismo tuvieron que hacerlo a través del Verde pero no pudieron ingresar a Morena.
Por esto Manuel Velasco no pudo ingresar al gabinete. Su amplia gama de amistades en el campo opositor, desde Alito Moreno hasta Marko Cortés, conspiró contra esta dirección de exigir mayor consistencia.