Primeras reacciones a un arresto que cambia el tablero. El mensaje oculto del candidato. Aterrizaje selectivo en Texas. Motivaciones ocultas y especulaciones en la transición morenista.
A los pocos días de que Donald Trump dijera en Fox News que el narco controlaba México, se concretó el arresto de la figura más icónica de este negocio ilegal, prácticamente un mito de la cultura nacional, protagonista de canciones, libros, series de televisión y películas. Ismael “El Mayo” Zambada aterrizó en Texas acompañado de Joaquín Guzmán López, medio hermando de Iván Archibaldo Guzmán, hijo de “El Chapo” actual jefe del cártel de Los Chapitos.
Una dupla curiosa porque supuestamente Zambada estaba enfrentado a los hijos de su exsocio. Sin embargo, según se menciona por estas horas en el gabinete de seguridad del Gobierno, Guzmán López nunca tuvo una particular inclinación al narcotráfico, le interesaba la política y hablaba de estudiar en el exterior y, tal vez el detalle más relevante, de los hijos de “El Chapo” siempre fue el más cercano a Zambada.
LPO DAILY
Email:
Al suscribirte aceptarás recibir el newsletter o las alertas de La Política Online. Te podés desuscribir cuando quieras
Una fuente diplomática afirma a esta redacción que la DEA y otras agencias jugaron un papel vital en el arresto y que hubo especial acento en que este tuviera lugar no en California, sino en Texas, donde no solo gobiernan los republicanos: el mandatario estatal Greg Abbot suena como posible fiscal general de un eventual gobierno de Trump.
El mensaje del candidato en Fox News, que se entendió como una agresión al gobierno de México, en Washington se registró además como un estiletazo a las agencias que operan al sur del Río Bravo. Una afronta que debía ser respondida y que no era algo asilado, sino un episodio adicional a una trama que se inicio en el primer mandato de Trump, cuando la DEA acusó al general Salvador Cienfuegos de supuesta complicidad con el crimen organizado y el fiscal general de Trump, William Barr, decidió dejar en libertad al exsecretario de la Defensa antes de que llegara Joe Biden al Salón Oval.
Trump tiene una confrontación constante con la burocracia de su país dedicada a la inteligencia y a la seguridad y en los últimos días esto fue muy evidente en las audiencias que integrantes de su partido protagonizaron contra la titular del Servicio Secreto, Kimberley Cheatle, que debió renunciar por el atentado contra el candidato que fue considerado el mayor fallo de esa fuerza en décadas. El arresto de Zambada y de Guzmán es una reacción a esa campaña emprendedida por los republicanos.
Otro enigma: Zambada es un hombre mayor y, según la DEA, con una salud vulnerable. Su llegada a Estados Unidos le da más seguridad médica y le permite acceso a su hijo preferido que hace años vive allí como testigo protegido. Pero respecto a Guzmán López no hay demasiada claridad. Un hombre joven con motivaciones menos precisas y una agenda inquietante en la política nacional.
En Palacio Nacional el sigilo es absoluto. Son muy pocos los que conocen el papel que tuvo el Gobierno – si es que lo tuvo – en el arresto. LPO informó que ya desde hacía semanas se registraban arrestos y operativos contra mandos intermedios en Sinaloa lo cual preparaba el camino para una detención de alto hándicap.
El clima es más enrarecido todavía si se considera el crimen de hace unos días de un hombre de todas las confianzas de Omar García Harfuch, futuro secretario de Seguridad.
De hecho, en el equipo de transición ya se murmura sobre qué podría suceder con la información que Zambada y Guzmán López puedan brindar en Estados Unidos respecto a sus actividades durante el sexenio que atraviesa sus momentos culminantes. La pregunta inevitable: ¿Implica este arresto un atajo más veloz hacia cierta autonomía para el gobierno que asumirá en octubre?
En la cúpula se menciona una y otra vez lo que Zambada le dijo al periodista Julio Scherer: que nunca se dejaría atrapar, que en todo caso se entregaría “para acordar”. El destino de esa posible entendimiento detona diversas ansiedades.
En Sinaloa el clima también es de nerviosismo porque el gobernador Ruben Rocha ganó la elección del 2021 salpicado por denuncias de una supuesta injerencia del narco en favor de su campaña. Esa denuncia llegó hasta la OEA y ahora podría contar con testimonios adicionales, quizás explosivos.