El pez puede alcanzar los dos metros de largo y pesar más de 100 kilogramos, ha estado protegida por una veda desde 1975 debido a su estado crítico.
La totoaba, el preciado pez endémico del Golfo de California y actualmente en peligro de extinción, está iniciando un prometedor camino de regeneración desde la piscifactoría Santomar, situada en La Paz. Este proyecto no solo busca restaurar el ecosistema marino, sino también satisfacer la demanda culinaria de la región con este pescado de sabor exquisito.
El director ejecutivo de Santomar, Pablo Konietzko, compartió los detalles de esta iniciativa, respaldada por el colectivo de organizaciones Innovaciones Alumbra. “Me gusta llamarle el tesoro del mar de Cortés o el tequila del mar”, comentó sonriente. Konietzko explicó que los ejemplares reproductores de totoaba son esenciales para la cadena productiva: “Sin ellos, no hay huevos, ni pescado, ni ingresos”.
La dieta de estos peces está cuidadosamente formulada con harina y aceite de pescado, junto con otros ingredientes específicos que replican su alimentación natural. A pesar de que su época de desove natural es entre marzo y mayo, el entorno controlado de Santomar permite una reproducción constante. Los huevos generados pasan a la “sección de la maternidad”, donde incubadoras especializadas cuidan de las pequeñas totoabas hasta que están listas para su próxima etapa.
Las totoabas criadas en Santomar tienen dos destinos posibles. Algunas permanecen en la piscifactoría para el consumo gastronómico, mientras que otras son liberadas en el mar de Cortés. Este proceso de liberación es parte de un ambicioso plan de repoblamiento que ya lleva nueve años en marcha. “Ya llevamos nueve años con un plan de repoblamiento y hemos liberado a más de 250,000 totoabas”, celebró Konietzko.
Proyecto
Un aspecto crucial del proyecto es el programa de trazabilidad genética, que permite mantener un registro detallado de cada individuo, garantizando así su legalidad. Los controles poblacionales han confirmado la presencia de totoabas liberadas por Santomar, demostrando que la estrategia de repoblamiento está dando frutos.
El mar de Cortés, conocido como el acuario del mundo y una de las maravillas naturales de México, enfrenta amenazas constantes por el turismo creciente y la sobreexplotación. La totoaba, que puede alcanzar los dos metros de largo y pesar más de 100 kilogramos, ha estado protegida por una veda desde 1975 debido a su estado crítico. Además, su vejiga natatoria, valorada en el mercado asiático por sus supuestas propiedades curativas, ha alimentado un lucrativo mercado negro.
Sin embargo, Konietzko dejó claro que la misión de Santomar no incluye la comercialización de la vejiga natatoria. “La destruimos, como parte del resto de las vísceras del pescado, y la convertimos en harina de pescado. Esto sirve como alimento para otros animales, como pueden ser las mascotas”, explicó.
Con proyectos como el de Santomar, se espera que la totoaba, el tesoro del mar de Cortés, no solo sobreviva, sino que prospere en su hábitat natural, contribuyendo a la biodiversidad y al equilibrio del ecosistema marino.