Jorge Glas le ha solicitado por carta a los presidentes de México, Colombia y Brasil que medien para conseguir su liberación. En tres escritos personalizados y dirigidos a cada uno de ellos, el exvicepresidente ecuatoriano les ha contado que se encuentra en huelga de hambre y encerrado en una cárcel de máxima seguridad desde que fuera capturado el 10 abril, cuando el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, ordenó a la policía y a los militares que asaltaran la embajada mexicana en Quito y se llevaran a la fuerza a Glas, que días antes había recibido el asilo por parte del Gobierno mexicano.
Carta al presidente de Colombia, Gustavo Petro.
La violación de la soberanía mexicana ha causado una gran conmoción internacional. México ha roto relaciones con Ecuador, un veto al que se han sumado otros países como Venezuela. Casi todas las naciones han condenado la irrupción violenta en la embajada para llevarse a quien fuese la mano derecha del presidente Rafael Correa, que, al igual que Glas, ostenta el estatus de asilado político y vive en Bélgica. Ambos han sido condenados por corrupción en los tribunales ecuatorianos, pero algunos países consideran que se trata de una persecución política que llevan a cabo los distintos gobiernos que sucedieron al de Correa.
Glas se encuentra encarcelado en La Roca, una prisión de máxima seguridad en Guayaquil, donde están encerrados los líderes de las principales pandillas, contra las que Noboa ha emprendido una guerra para disminuir la violencia y la inseguridad en el país. El Gobierno ecuatoriano argumenta que el mexicano incumplió las leyes internacionales al otorgar inmunidad diplomática a Glas, sobre el que pesan dos condenas y una tercera que estaba a punto de concretarse a finales del año pasado, lo que le llevó a pasar las Navidades en la embajada mexicana a la espera del asilo. Cuando lo recibió, a principios de abril, solo necesitaba un salvoconducto del Gobierno ecuatoriano que le permitiera llegar hasta el aeropuerto y volar a Ciudad de México. En lugar de eso, Noboa le pidió a sus fuerzas de seguridad que rodearan la embajada y, llegado el momento, acceder al interior sin respetar que las embajadas son territorios de soberanía nacional.
Carta al presidente de México y de Brasil.
Glas ha escrito estas breves cartas a los presidentes que más han demostrado su solidaridad, Lula Da Silva y Gustavo Petro, de Brasil y Colombia, respectivamente. También una dirigida a López Obrador. En una letra que parece demostrar una angustia profunda, el político lanza un mensaje de auxilio. Al presidente mexicano le escribe: “Le pido perdón como ecuatoriano. Estoy en la peor prisión de Ecuador y en huelga de hambre. Ayúdeme. Aquí hay una persecución brutal contra todos los progresistas. Solo la ayuda internacional puede hacer algo”. A Petro le escribe en los mismos términos, en una carta fechada el 15 de abril: “Ayúdeme. Me sacaron con torturas de la embajada. Hay una persecución contra los progresistas y RC [se entiende que Rafael Correa]. Solo la ayuda internacional puede hacer algo. Estoy en la peor cárcel y en huelga de hambre”. El texto a Lula es prácticamente idéntico.
México va a llevar a Ecuador ante el Tribunal Internacional de Justicia, donde espera que se le juzgue y ha pedido que se le suspenda como miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La demanda incluye, además, la petición de expulsarlo del organismo si se comprueba ante el Tribunal que se violaron los principios establecidos por la carta fundacional de Naciones Unidas. Un buen número de países se están sumando a esta petición. Noboa quiso, días atrás, tender la mano al presidente de México: “Invito a López Obrador a comer ceviche o tacos y conversar”.